Colaboraciones


UN CAMBIO DE MARCHAS DIFERENTE

Se había propuesto sacarse el carnet de conducir, aunque ya pasaba de los cuarenta. Nada podía con ella, y eso lo sabía.
Una mañana de frío invierno acudió a informarse a una de las autoescuelas próximas a su casa. Miró la puerta y se dijo así misma: “Elena tu puedes”, dicho eso se armó de valor y entró. La recepción era pequeña y ante ella una mesa con una chica que la saludo amistosamente. Tras informarla de todo lo que entraba y los precios, se apuntó.
Elena empezó las clases teóricas al día siguiente, resuelta y con muchos nervios se sentó en una de las mesas, no en primera fila, le daba vergüenza, en segunda, así podía ver y oír todo, y pasar un poco desapercibida.
El profesor hizo acto de presencia, llegaba tarde y se disculpó. La clase fue rápida y amena, aunque Elena estaba en otra parte. Aquel profesor hizo que las velocidades y el cambio de marchas, la pusieron a ciento treinta - ¡uffff, peligro de multa con pérdida de puntos por exceso de velocidad! – pensó, pero no era para menos, aquel espécimen que tenía ante ella bien valía una pérdida de puntos, y si era preciso una retirada del carnet.
Alto, pelo corto y castaño, ojos de color gris, aunque a veces parecían azules, barba de tres o cuatro días. De complexión fuerte,  se notaba que el gimnasio era una de sus aficiones. Vestía informal, pantalón negro y camisa gris, lo que hacía que sus ojos destacaran más. Una sonrisa entre pícara y socarrona iluminaba su cara de vez en cuando. Y una seguridad en sí mismo apabullante lo hacían completamente irresistible.
Al terminar la clase, se dirigió hacia ella: “Perdona, ¿eres nueva, verdad?”, Elena asintió, un nudo en la garganta le impedía articular palabra. “Dios mío, huele de maravilla”, pensó.
-“Me llamo Adán” -  “Y yo Eva y esto es el paraíso”, estuvo a punto de decir Elena, pero se calló. Le indicó que la acompañara a su despacho, necesitaba algunos datos de ella. Elena no dudo en seguirlo, entró y él cerró la puerta tras ella.
Allí de pie, se sintió un poco inquieta, sobre todo cuando al oído su profesor le comentó que le iba a dar una clase práctica de primeros auxilios. Asfixia, eso tenía, necesitaba el boca a boca, y allá que se lanzó ella. La respuesta de él fue agarrarla fuertemente por el trasero e introducir su lengua invasora en la boca de Elena, se besaron salvajemente. Las manos de él empezaron a subir por debajo de la camisa hacia el sujetador y con gran habilidad desabrochó el sujetador. Acarició sus pechos y pellizco sus pezones, que rápidamente se endurecieron. Un gemido se oyó en la habitación. Elena pasó a quitarle el jersey, sin miramientos, empezó a besarlo por el cuello, mientras él le quitaba los pantalones y ella hacia lo mismo con él.
El profesor le introdujo la mano en sus braguitas y empezó a acariciarla, Elena iba a estallar. Él la tumbó en la mesa y con voz seductora le dijo: ”hoy toca aprender cómo cambiar las marchas, vamos con la primera” y sin tiempo a pensar la penetró, al principio fue suave, pero pronto empezó a ser más rápido y fuerte. Elena no podía más, iba a explotar. Él volvió a susurrarle: “las marchas se te dan muy bien, vamos a ver cómo está el nivel del líquido de frenos”.  Elena gimió y logro decir: “creo que voy sin frenos y pierdo aceite”, el aceleró sus movimientos y ambos se dieron cuenta que estaban llegando al final del camino. Elena explotó con la última envestida y él también, quedaron tendidos sobre la mesa durante unos segundos.

El profesor se levantó y mientras se vestía comentó: “mañana espero que vengas a clase, tienes que aprender cómo sacar e introducir la varilla para medir el aceite del motor”.

Escrito por: Nuria Sánchez



DESEO AZUL

Aquella mañana todo eran nervios y prisas en la facultad. Era el primer dia de matrícula y los pasillos hervían entre gritos de futuros alumnos perdidos en mitad de ventanillas y colas interminables.
En mitad de la muchedumbre, un joven muchacho rubio de apenas 18 años mal cumplidos, yacía esperando su turno con una hoja fotocopiada repleta de asignaturas, créditos e infinitos euros que pagar por cada uno de ellos. Todo mezclado, desordenado, al igual que su estómago lleno de ansiedad por empezar a hacerse un universitario, por saciar su ego vacío con cultura y avispada ciencia.
Historia de España del siglo xv, arte y cultura mozárabe.. –murmuraba entre dientes sin saber muy bien por donde empezar. Alzó la vista y ahí la vió. No era una chica igual que las demás, más bien no era una chica, sino una mujer rodeada de un halo muy especial. Era alta, moldeada por un sinfín de curvas y con esa clase de cara que miras y no puedes dejar de mirar. Sus ojos azules se perdían más allá del pasillo, como buscando un alguien con quien coincidir, pero el muchacho tan solo atisbó a disimular sin dejar de pensar en esa mujer, esa niña de 18 años con cuerpo de auténtica dama de la noche.
La chica se acercó pillando de improviso al muchacho que apenas reaccionó torpemente.
- ¿es la cola de matrícula de primero esta?
El chico quiso dar un paso atrás, como comida su lengua por aquellos ojos imponentes pero lejos de eso, se notó extrañamente calmado y cómplice.
- eso creo… no tengo muchas ganas de matricularme en veterinaria- acabó diciendo con una sonrisa irónica, a lo que aquella chica vaciló un instante.
- me llamo Mar. Tu eres?
- soy Diego.
La pausa se terminó con dos besos de cumplimiento forzado, pero Diego pudo oler el cuello de aquella chica, Mar, un regalo de aquella mañana de marchas forzadas entre una riada de alumnos perdidos.


El segundo trimestre en la facultad fue un nomeolvides de examenes y tareas mortales de necesidad. Mar y Diego se habían hecho inseparables y perdían las tardes sin clase en el bar de la facultad. Allí debatían de sus preocupaciones y metas, pero todo ello bañado por el conocimiento del uno hacia el otro. Así, aquella dama de la noche de ojos azules había podido comprobar la inacabable manera de hacerla reir que tenía el muchacho, café tras café, sin dejar las risas hasta el momento de volver a casa. Mar sabía la historia de Diego, un chico de las cercanías de Madrid, con una  novia de toda la vida estrecha en el amor, pese al infinito deseo que el muchacho le procesaba. No era un chico de vomitar sentimientos, pero su mirada iba mucho más allá de lo que sus dotes para hacer reir a Mar parecían.
           
- Tienes unos ojos demasiado bonitos para ser tan borde –reía Diego.
- Serás gilipollas!!. No se como te aguanto, puf.- contestaba ella exageradamente. Se podía decir que eran como un matrimonio de esos mal avenidos de puertas afuera, pero que cuando las cierran son tal para cual.
Diego se acercaba meloso al oido de Mar y le susurraba:       
 - va churri no te enfades… lo basaremos todo en el sexo si?
 - capullo…
Así la cafetería se llenaba de risa y complicidad, hasta aquel día en que tanta comicidad estalló de no poder contenerse más.

El último fin de semana abril acababan los parciales, y Diego decidió quedarse en su piso de estudiantes  para estudiar, y así aprovechar hasta el último instante de preparación para las pruebas. Hacía una semana que no veía a Mar, que seguía en casa de sus padres estudiando sin cesar, y quedando con el sosías de su novio.   Diego había roto con su novia de toda la vida, y no estaba pasando por una buena época, pero se sentía afortunado de toda la ayuda que su nueva amiga le estaba brindando. Estaba llegando a un punto, en que no había día en que la preciosa de ojos azules no bailara por su mente, y ultimamente el deseo y la carnalidad estaban alojándose demasiado en sus pensamientos.
Era de buena mañana y envió un mensaje de movil a su amiga:
- que haces guapa? Todo el dia follando con el capullo de tu novio imagino… ya podrías follar conmigo un poco, se solidaria J
Diego siempre rozaba el límite de la indirecta y el jugueteo con Mar, a lo que ella contestaba entre enfadada o curiosa según le viniera en gana.
-  más quisieras… aquí liada con la mierda de la cultura al-andalus. Que tal lo llevas? :(
- en éxtasis…. Me apetece desconectar por qué no quedamos?
- en tu casa o en la mía….  Jijijiji que sucio ha sonado esto no?.. jijiji  podemos ir a esa cafetería que hay en la plaza de la estación de tren..
- o puedes venirte a echarme un cable con lo andaluz a mi tambien. Yo soy imbécil perdidos con las otras culturas.
-imbécil lo eres siempre… jajajja
- mierda de niña….
-va no te enfades, en un rato vengo. Ponte decente haz el favor
-ok
Al acabar la conversación Diego sintió un escalofrío desde su barriga hacia abajo. Se notó excitado. Pero esa excitación desapareció al ver el lamentable estado de su piso de estudiantes.
- mierda. A limpiar se ha dicho!!
Mar apareció por la puerta y Diego notó de nuevo esa extraña sensación al verla. Llevaba unos tejanos ajustados que le permitían mostrar al mundo aquellas más si cabe, preciosas piernas coronadas por un culo perfectamente encajado en aquellos pantalones. Venía con una sudadera con capucha de estilo universitario y el pelo recogido por una cola. Sus ojos brillaban comodamente y su melena morean parecía estar esperando la mínima ocasión para soltarse al viento.
- que pasa borde…-dijo con mirada coqueta.
- histérica… está usted en su casa- contestó Diego.
Los chicos se fundieron en un abrazo y Mar lo besó en la mejilla. Diego tuvo ganas de besarla contra la pared y dejarse llevar pero se contuvo. Estaba empezando a notar demasiadas cosas que hasta ese momento aún no habían ni intentado aparecer.
Una hora después Diego y Mar descansaban encima del sofá. La chica había puesto sus piernas descalzas sobre los muslos del muchacho, y jugaba con su pelo riendo sin parar de las ocurrencias de aquel chico.
- joder tia, estoy de estudiar hasta los mismísimos. No veo la hora de que llegue el parón despues de los exámenes.
Mar no dijo nada, solo miraba a Diego como observándolo por primera vez.      
- ¿Qué?- dijo el chico-. No me acojones va…
Mar se sonreía. Sin decir nada. Solo sonreía y miraba a Diego.
- te han dicho nunca que tienes una mirada… -dijo la chica.
- una mirada como…- dijo Diego, a lo que al instante se puso bizco, estallando la chica en una sonorosa carcajada.
- para capullo. No es eso. Tienes una mirada… traviesa –concluyó Mar calmándose su cara, cambiando el semblante por completo. Diego sintió como su polla empezaba a querer salir de sus tejanos, a avalanzarse sobre aquella mujer tan y tan especial.
No sabía si su líbido a punto de explotar se correspondía con las palabras sugerentes de su amiga, por lo que restó lo sexual al instante para no entrar en un callejón sin salida.
- Pues ahora que lo dices.. travieso travieso la verdad es que si lo soy… Sobretodo con las morenazas de ojos azules-. Mar empezó a reir, viendo como el chico ponía su coraza de ironía una vez más-. Eso sí, loquita, una cosa te digo: una vez me lanzó soy una máquina indestructible de hacer el amor, la manguerita del universo, el poder en mis…
Mar se incorporó y calló a Diego poniendo su dedo en la boca de éste.
- Mar.. susurró el muchacho
- Calla.
Diego se avalanzó sobre aquella chica y la besó apasionadamente. Su lengua buscó la de su amiga, notando la excitación recorriendo cada uno de los poros de su piel. Empezó a recorrer por todo su cuerpo un cosquilleo que acababa salvajemente creciendo en su polla, que cada vez notaba más y más grande, como hacía mucho tiempo que no notaba, hasta que la mano de aquella dama de la noche empezó a colarse por la bragueta de su pantalón desabrochando suavemente todos y cada uno de los botones que mantenían prisionero a su miembro.
Las manos de Mar eran cálidas, finas y suaves, y al notar la primera caricia en su polla, Diego se estremeció, convulsionando su barriga hacia adentro, como conteniendo la sexualidad del momento. Paró de besar a Mar para observarla un instante. Ambos se miraron, acariciando Mar sin cesar la polla de Diego que paso delicadamente su mano por el rostro de la chica.
- quieres que baje..
- si…
Mar se deslizó hasta las rodillas de Diego y lo empujó para tumbarlo en el sofá. El muchacho estaba tan excitado, que apenas había desvestido a la chica, que todavía seguía tal y como empezó a besar. Quitó totalmente los pantalones del chico y se despojó de su sudadera hasta quedarse en sujetadores. Se intuía un pecho grande, con ganas de dejarse ver, pero no tuvo ocasión más que para imaginarlo entre sus manos.
Lentamente la chica empezó a acariciar los muslos del muchacho, que sentía como su polla estaba poderosa, a punto de ser lamida por esos preciosos labios. Mar seguía avanzando hacia ella pero sus manos se detuvieron en los huevos de Diego, masajeándolos, lamiendo uno primero, otro después, y masturbando la polla lentamente con su mano derecha. Diego estaba empezando a sentir un orgasmo pero trató de contenenerse como pudo.
-Dios.. Mar- dijo con los ojos cerrados.
- Calla y disfruta – contestó ella
La chica alcanzó la polla de Diego y lamió de abajo a arriba hasta alcanzar la punta. Besó succionando el principio de la polla del muchacho y notó lo dura y caliente que estaba. Pensó hacia sus adentros que todo aquello iba a meterselo dentro y se moría de ganas por follar salvajemente con su amigo, pero se relamió una vez más y empezó a meterse aquella polla en su boca, cada vez más rápido y más adentro, notándola hasta casi alcanzar su garganta, notando la envergadura y el calor que desprendía ésta dentro de su boca. Diego cogió de improviso el pelo de la muchacha y la alzó con sutileza hasta colocar sus ojos frente a su cuerpo ya desnudo.
 - no dejes de mirarme por favor, no dejes de mirarme...
Mar notó como aquello le excitaba profundamente y empezó a chupar salvajemente, tan deprisa que Diego se estremecía de placer en el sofá. El chico empujaba su polla contra los labios de Mar que notaba que de seguir así Diego se correría rápido.
- Córrete en mi boca, vamos
- Dios… pero..        
- dame la leche venga
Diego cogió con las dos manos la cabeza de Mar y empezó a follar su boca hasta que casi notó que se iba a correr, a lo que Mar lo detuvo en seco y empezó a succionar y lamer lentamente toda el prepucio, hasta que Diego no pudo más y el semen salió como lava de un volcán, resbalándole por el miembro y mojando toda su barriga.
Cerró los ojos y se notó ligero. Oyó de lejos el ruido del grifo del lavabo y pensó en aquellos minutos mágicos de esa dama de la noche,  que no paraba de mirarlo en mitad de la mejor de las felaciones posibles. Mar apareció de la nada. Estaba desnuda salvo de la parte de abajo donde unas braguitas cubrían su preciado tesoro. Sus pechos eran precioso, no demasiado grandes ni apenas existentes.
- estás bien borde…?
- si… ha sido todo… increible –atisbó a decir sin estar aún recuperado del orgasmo. La chica le dio un par de toallitas húmedas del lavabo y Diego secó toda su explosión, quedando un aroma a sexo mezclado con flores de jazmín.
- Eres un amor, Mar – dijo Diego como ausente de aquella habitación. La chica lo miró a los ojos y le besó apasionadamente. Las manos de diego acariciaban la espalda desnuda de la chica, que aceleraba su pulso a medida que su amigo mordisqueaba su cuello y jugaba con los pezones erguidos de la morena mujer. Masajeo los pechos con auténtica devoción, lamiéndolos con suave delicadeza. Unos minutos despues la mano de Diego alcanzó las braguitas y empezó a rozar toda su vagina por fuera, acariciando su clitoris, removiendo desde la ropa interior la parte interna que allá aguardaba. La notó mojada, y eso envalentonó su calentura. Puso dos dedos encima del agujero que impedía entrar a cualquier visitante que no tuviera permiso, y los introdujo, casi logrando su objetivo. Mar apretó muy fuerte su cuerpo contra el de Diego y lanzó un sonoro gemido hacia afuera, presa del placer de las manos de aquel chico travieso y moreno, autor de tantas y tantas risas.
- Ahh…- no pares amor..
Diego fue levantando las braguitas hasta alcanzar el sexo de aquella mujer, que empezaba ya a gemir ajena a todo que no fuera las caricias de él. Metió la mano bajo las braguitas, y jugó con los labios que cubrían la vagina de aquella delicia de mujer. Mar sonrió de gusto y empezo a jadear, como pidiendo un paso más a su amante. Diego introdujo un dedo. Mar solo podía imaginar la polla de su amigo haciendo lo propio unos instantes después. Luego otro dedo fue al mismo lugar, y Diego comenzó a moverlos rápidamente simulando una auténtica penetración.
Mar suspiraba acelerada, sin dejar de besar a Diego cada vez de una manera más descontrolada, a lo que el chico decidió bajar de una vez ropa interior y se detuvo a observar el sexo de su amiga. Era perfecto, casi rasurado pero con la forma justa para devorarlo. Y sin más bajó y empezó a usar su lengua en él. Lamió los labios suavemente, mientras un dedo seguía perforando su orificio, buscando más y más placer. La palma de la mano de Mar se posó en el cabello corto de Diego, animándolo a proseguir. Cada vez notaba como la mujer estaba más y más mojada, pero lejos de parar Diego siguió hasta que Mar lanzó un gemido más alto de lo normal:
- Dios!!!! Ohhh!!!
La chica se estremeció y arqueó su espalda hacia atrás, colocando su cabeza en el reposadero del sofá. Diego notó como convulsionaba el abdomen de ella y se sintió capaz de todo.
- Uno a uno… ahora vamos a ver quien gana no?- dijo burlón, provocando que aquellos ojos azules se iluminaran de nuevo.
- Estas loco…- contestó ella, a la vez que vió asomar de nuevo la polla de Diego en completa erección.
- Espera- Dijo Diego. Y se pusó un condón que Mar no había siquiera atendido la procedencia del mismo-. Ya.
La chica abrió sus piernas pero Diego no dejó que lo hicera y la volteó, quedando Mar boca abajo del sofá con las piernas juntas. El escorzo que hacía su culo con su espalda era precioso, pero Diego había dejado ya la poesía y estaba colocando la punta de su polla justo donde aparecía el coño de Mar bajo sus nalgas.
- Madre mía ¿Qué me estás haciendo…? -dijo Mar. No se te ocurra parar ¡joder!
Diego se estaba excitando mucho al ver a esa mujer tan y tan a gusto con él, y penetró con mucho cuidado el sexo de Mar. Ahora la punta y allí se detuvo. La chica jadeaba esperando el embiste del resto pero Diego se acercó  a besar el cuello de ella. Al alcanzar su oído susurró casi sin oirse:
- Quieres que te folle, Mar?. Dímelo cielo, quieres que te folle?
La chica gimió como si hubieran tocado la tecla que faltaba y, sin casi dejar acabar a Diego, se incorporó a besarlo y lo miró a los ojos llena de deseo:
- Fóllame
Diego penetró hasta el fondo a Mar, sintiendo todo su interior mojado y empezó a follarla sin cesar, cada vez más deprisa. Se colocó de rodillas, empujando toda su polla dentro de Mar, que simplemente se movía a la inversa para darse todavía más placer.
- Sigue así por favor, no pares…
Cogió suavemente del brazo a Mar y empezó a besarla de costado, con ella girando la cara para recibir la lengua de él. Tras un suave instante, Diego penetró hasta el fondo y allí detuvo el ritmo, parándose en seco, para sentir su miembro dentro de ella. Mar gimió al oido de él mientras, éste empezó a empujar frotando su pelvis con las nalgas de Mar, sin sacar su polla del fondo de la chica, como penetrando desde dentro.
-¡Ahhh! ¡ahhh! no dejes de hacer eso… ¡no dejes de follarme!
El muchacho empezó a penetrar como un animal, cada vez a un ritmo más trepidante. Sentía como recibía Mar todas sus embestidas, y el sonido de sus piernas golpeando las nalgas de ella, lo estaba poniendo a mil. En un arrebato de pasión Diego azotó a Mar que lejos de recriminárselo le soltó:
- Así joder, así…
La chica se incorporó como un perrito y Diego se puso de pie en el sofá, penetrando de arriba hacia abajo a Mar, que gemía cada vez más y más fuerte. Estuvo unos minutos en esa postura y se puso de nuevo de rodillas para follar de manera más salvaje a su amante. Colocó ambas manos en la cintura y la penetró sin cesar. Mar estaba casi a punto de correrse de nuevo pero Diego acariciaba sus pechos sin descanso, pellizcando de vez en cuando para retrasar su orgasmo. En un despiste de la chica, la agarró de la cola y soltó su melena al viento, cubriendo la espalda de un moreno brillnte y ella movió su cabeza para acabar de desentrañar su cabello.
- ¿Te gusta Diego.. te gusta? – decía Mar girando su cara con mirada felina que todavía enfermaba un poco más de pasión al chico.
 - Si… por dios.. si…
Diego agarró de la melena a esa mujer de celeste mirada, y tiró de su pelo.  No sabía porque la estaba agarrando del cabello, pero lejos de protestar, Mar se estaba poniendo más acelerada y caliente.
La embistió con todas las ganas que pudo. Mar gritó sin importarle lugar, ni efecto de aquellos gritos. Culeó a esa chica hasta que su polla no pudo más y explotó corriéndose dentro de Mar, que a su vez se corrió por segunda vez viendo al muchacho vaciarse en ella.
Mar se dejó caer exhausta en el sofá, respirando cada vez de una forma más pausada.
Diego apareció en su espalda besando delicadamente su mejilla.
- ¿No está mal para un borde, no crees?
- No te flipes, ¡que luego no hay quien te aguante!- contestó ella airada.

Se miraron y una sonora carcajada conjunta inundó el ahora silencioso salón. Diego abrazó a Mar y está sonrió sintiéndose por primera vez en mucho tiempo en casa.
- Y ahora qué histérica?- preguntó el chico volviendo de golpe a la realidad.
Los ojos azules de su dama de la noche se clavaron en él sin sonrisa alguna. Se acercó y besó sus labios acariciando su nuca tiernamente.
- Cállate. Disfruta.
Los dos cerraron los ojos y algun comentario hizo reir de nuevo a Mar, que se mezcló entre los brazos de Diego, aquel chico perdido en la fila de la facultad de Historia del Arte.

Escrito por: Ladrona de palabras



CUENTO: HABITACION 627
Sabía que sólo la podría tener de aquella manera. Su amiga, su amor de juventud, aquella que lo volvió loco, ahora trabajaba en uno de los clubs más lujosos de la ciudad. Por circunstancias de la vida, se convirtió en prostituta de alto standing. Llegó a su cita puntual, un apartado hotel. Vestía un ceñido traje negro, medias y tacones, y su pelo largo negro, recogido. Llevaba poco maquillaje, por lo que su piel blanca resaltaba más aún. Miró la habitación, 627…es esa. Suspiró, intentado cambiar el chip para dejar su yo y convertirse en otra, y pegó en la puerta. Se quedó de piedra al ver a su cliente. Era aquel amigo, Jose, el que siempre quiso y no pudo. Cristina no sabía como reaccionar….Aún sin entrar en la habitación, preguntó….
-Buenas noches, Jose…..¿y esto, porqué? ¿es casualidad?
-Pasa, por favor. Le dijo en voz tranquila y baja.
Aquella habitación era amplia, tenía una cama grande, y unas ventanas tapadas por unas cortinas oscuras.
-Te lo repito…¿es casualidad…?
-Me preguntabas porqué…..porque si, porque es la única manera que sé que te podría tener…..no es casualidad, te he buscado a conciencia. Nunca me valieron los sentimientos contigo, y no quiero morirme sin saber lo que es estar entre tus piernas…..
Jose era un hombre de casi 40 años, llevaba el pelo rapado y estaba de hacer deporte. Estaba divorciado desde hacía 5 años.
-Jose…para mí esto es violento, lo siento…no puedo….
Él le tapó la boca con un dedo….”si, si puedes….además, he pagado por ello…bueno de momento sólo una parte, la otra te la tengo que dar a ti….perdona, pero yo no sé como va esto….”
Cristina calló…..ese era su trabajo, y esas palabras de “he pagado por ello” curiosamente, la excitó. En realidad no quería sentirse “una puta” con esa persona….con él no, pero ya no había vuelta atrás. Su trabajo era dar placer a aquellas personas que pagaban por ello…..y esta vez no podía ser menos.
-Está bien, has pagado por mí….entonces vas a amortizar su dinero, total, solo es dinero…solo es placer…pero no quiero que me humilles, te lo pido como favor personal….
-Cristina, por favor¡¡¡ jamás te humillaría….quizás no me entiendes….
-Tranquilo….vamos, has pagado y el tiempo pasa.
-He pagado toda una noche…..por cierto…¿hay algo que no quieras hacer?
-Besar….nunca beso en la boca.
-Está bien….ya te robé un beso hace años….aunque seguro que tú no te acuerdas.
-Si…fue en un bar, mi intención fue darte una hostia, pero te escapaste. Esa noche te peleaste con otro tio…..pero no has pagado para recordar un solo beso, verdad? has pagado para follarme, y estás perdiendo el tiempo ya….
Jose se sorprendió que se acordara…..y se encendió con esa frase….“ufff….siempre quise oír eso de tu boca, aunque no pueda besarla”
La puso pegada a la pared, quitándole el vestido, y la ropa interior….se quedó solo con las medias, ligero rojo y tacones. Cristina estaba superexcitada, y con cada contacto de sus manos gemía. Él abrió su camisa, y rozaba su pecho contra la espalda de la chica, besaba sus hombros….“¿puedo besarte aquí?”, decía justo después de hacerlo….“si…ahí si…..donde quieras, menos en la boca”. Su terrible erección rozaba con ella, él parecía no querer empezar, para no tener que terminar. La acariciaba por todos lados, le acariciaba los pechos, el vientre, le soltó el pelo….agarró el pelo con su mano y atraía hacia él, le besaba el cuello….“aquí también puedo, verdad?”….le decía al oído, mientras apretaba su erección contra ella….Hundió sus dedos en aquel sexo limpio y húmedo…Aquella mujer estaba gozando, y pedía que volviera a hacerlo….y él lo hacía, una y otra vez, acariciaba con su mano entera, metiendo sus dedos de vez en cuando. Ella se contoneaba para ayudarlo, y él le decía frases al oído que ella ni entendía, estaba sumergida en un profundo placer que, pese a su profesión, no solía sentir tan intensamente. Girándose sobre él, lo tumbó sobre el suelo, en una fina alfombra a juego con las cortinas. “Me has hecho sufrir….ahora te toca a ti”. Le quitó el pantalón y la ropa interior, y se aferró a su sexo firme y duro con sus manos, acariciándolo con lentitud. El cerraba los ojos, se mordía los labios y suspiraba, gemía….con sus manos tocaba el pelo de la chica….la boca se le estaba secando. De pronto, sintió aquella boca con carmín en su sexo, besándolo, jugando con él y su lengua, aprentando sus dientes sin apretar…..gritó de placer, y le suplicó que siguiera haciéndolo…..“tranquilo, solo he empezado”. Lo metía en su boca despacio, para luego jugar con su lengua….así varias veces…él se revolvía, se retorcía, gemía. Se dejaba llevar por aquella boca en aquella parte de su cuerpo….no podía abrir los ojos, pero lo hizo, para ver si aquello que estaba viviendo era realidad. Vió como aquella mujer desnuda podía hacer con él lo que quisiera. Ella paró, y lo tumbó en la cama, aún hecha. Se quitó primero las medias, y le agarró las manos, para que no pudiera tocarla. Se tumbó encima de su amigo, de espaldas a él, no podía mirarla a los ojos, solo verle el pelo cayendo por la espalda. Se contoneaba dentro de su cuerpo, ambos gemían, cada vez más rápido, cada vez más profundo….Jose intentaba quitarse las medias en vano….”desátame…quiero ser yo quién te folle ahora sin piedad ninguna…” Pero ella no lo hizo, y seguía metiéndose en su cuerpo, esta vez más despacio, disfrutando de cada movimiento, agarrándose a sus rodillas para ayudarse a ello, …..en un momento él explotó…
….Se tumbó a su lado en la cama, le quitó las medias….lo miró y le pidió que la besara….”¿pero no era que nunca lo hacías?….”quiero que lo hagas, por favor”. Y se besaron, primero de la manera que se dan los primeros besos, largos y delicados…y luego se besaron como si ambas bocas tuvieran hambre.
-”Me toca…prepárate para que te folle bien”
Era terriblemente placentero entrar en aquella mujer excitada, húmeda, caliente….ahora era ella quién estaba bajo el otro cuerpo, un cuerpo duro y masculino, ahora era ella quién no podía hacer nada….Jose la besó por todo el cuerpo, mordió su cuello, contó sus lunares, follaron por horas, hasta extasiarse ambos, hasta dormirse juntos…Amaneció y él despertó. Vió una hoja escrita en la almohada, pero no había nadie.
Ella se había ido, sin cobrar. “Muchas gracias, ni se te ocurra buscarme si no es para hacer lo mismo. A esto te invito yo.” Miró un rato la nota, incluso la olió por si quedaban restos de olor de aquella mujer. Se vistió de manera lenta, como no queriendo salir de aquella habitación, la cual miraba aún, la pared, la alfombra, la cama….Guardó la nota en su cartera y salió de aquella habitación 627 para volver a su vida normal.

Escrito por Carmen Ruiz



CUENTO: NOCHE DE SAN JUAN

Noche de san Juan. Carmen y Raúl estaban invitados a aquella barbacoa en la playa, como cada año. No se hablaban desde una absurda discusión que tuvieron hacía meses. No se saludaron al verse, él venía con una amiga. Ella vestía  un corto vestido rojo, dejando asomar las tiras del bikini negro. Eran muchos los amigos que cada año se reunían en la típica noche para dar la bienvenida al verano. 
Ambos se miraban, seguía esa química que siempre tuvieron, pero el orgullo hacía que no se hablaran. Hacía tiempo ambos tuvieron un rollo, pero los dos sentían algo más el uno por el otro, y tras aquella absurda pelea no se volvieron a ver, y por supuesto, a hablar.

Raúl ya llevaba varias cervezas, y quizás el calor y el alcohol, se estaba desinhibiendo cada vez más. Ya era de noche, empezó a servir bebidas, al llegar a Carmen, la "saltó". "No sea que te emborraches y acabes hablándome", murmuró. Hablaba más el orgullo y las ganas que se tenían. 

"Tranquilo, ya sé yo echarme la bebida...no te necesito para nada". La miró fulminantemente, soltó la botella y se dirigió al agua.

Los amigos, que sabían lo que había entre ellos, esa especie de amor-odio, no le daban más importancia, aunque uno de ellos se acercó a la chica. "Raúl está que echa fuego, está loco por ti, no sabe qué hacer, no se lo tomes a mal". Carmen se sorprendió ante esa declaración del otro chico, porque realmente la trataba con cierto "desprecio". "Pues para estar loco por mí bastante hijo de puta es conmigo".  

Los chicos empezaron un juego absurdo, como de niños chicos, tirándose unos a otros al agua, incluso vestidos. Carmen fue agarrada por dos de ellos, sin soltar su lata de cerveza de la mano, fue lanzada al agua, entre risas, fotos y barullo.... Se lo pasaba bien, a pesar de que contaba con el extra de tener a Raúl de morros y realmente impertinente. Salió del agua empapada, estrujándose el vestido contra el cuerpo para escurrirlo....Raúl se le acercó con una toalla...."toma sécate, eres de las que te resfrías pronto". "Da igual, gracias....prefiero estar mojada". Eso molestó más aún al joven, así que dirigiéndose a la mesa, cogió una lata de cerveza y la echó directamente por encima de la chica. Todos miraron asombrados...."hala, ahí estás mojada con lo que más te gusta".

Las caras de todos eran un poema, Carmen se quedó parada, sin saber qué hacer, no reaccionaba.....Sólo cogió una toalla y se dirigió a su coche, donde tenía ropa limpia. Lo miró como se mira justo antes de lanzar una daga voladora, "eres un gilipollas". Raúl la siguió a paso rápido, intentando agarrarla del brazo, pero ella se soltaba.....Llegaron a la par al coche, él intentando disculparse y ella sin decir nada.
Justo al abrir la puerta del Corsa azul de la chica, se giró.....ahí estaba Raúl, sin camiseta, con el bañador mojado aún, el pelo revuelto y esa barba de pocos días....."se puede saber que cojones te pasa conmigo? no me puedes ignorar y ya está, como haces siempre? no puedes!" Raúl intentó agarrarla del brazo otra vez, y ella volvió a decirle "no me toques o te parto la cara". Raúl estaba fuera de sí, llevaba meses intentando decirle tantas cosas, que vio en ese momento la oportunidad...."no me hagas hablar, Carmen...".
"¿Qué me vas a decir!?" Te diría que te quitaría ahora mismo ese vestido mojado, le decía mientras se acercaba más a ella, quedando la chica entre el pecho de él y la puerta abierta del coche...."te diría que quiero comerte, que te deseo, que odio que estuvieras con mi primo, que no soporto la idea de que estemos en el mismo sitio y no te pueda ni hablar..." la respiración de ella era más acelerada, mientras apoyaba sus manos en el pecho de Raúl...."que deseo follarte hasta que me pidas clemencia"..."vaya, que directo...y que pensaría tu amiga la rubia?, te acuerdas? esa que has traído hoy..." "me importa una mierda lo que piense.....".

Se acercó a ella pegando su boca en su cuello....ella no quiso y no pudo impedirlo... no quiso porque quería que la besara, quería que la desnudara, ahí mismo, entre esos coches aparcados en fila....mientras él la besaba por el cuello, apartando el pelo mojado. Sus manos iban apretando su espalda contra ella, y notaba que sus pezones se endurecían al tacto....se besaron, de esa manera que se besan dos personas que se desean, esos besos que se mezclan las lenguas y las bocas tanto que no sabes cual es la tuya. "Un beso de esos"....la erección de Raúl era más que evidente..."no puedo más - le susurró al oído mientras le mordía el lóbulo - no puedo....vámonos a volvernos locos, por favor".
Carmen metió su mano por la parte de atrás del bañador del chico, bajándolo hasta dejar su cuerpo desnudo....él
sólo tuvo que bajar la parte inferior de aquel bikini empapado por tantas cosas, el vestido se subía solo, mojado, enrollándose a la cintura.

Se metieron en el coche, cerraron la puerta y dejaron que la farola indiscreta iluminara el aparcamiento. Carmen bajó por completo el bañador de Raúl, arrastrándolo con sus pies, dejándolo en el suelo del coche...y él desató las tiras juguetonas de aquel bikini, bajándolo hasta dejarlo a la par que el vestido, enrollado en la cintura....estaba a su merced, como ella quería, como a ella le gustaba. Estaba tan excitada que no necesitaba otro estímulo que aquella boca que la devoraba hambrienta.....

Con una sacudida Raúl entró en ella, soltando ambos un grito de placer a aquel primer contacto. Ella se enroscó a la cintura del chico con sus piernas, para sentir más aquel cuerpo dentro de ella....con cada embestida el placer era más intenso, "creo que podría morir ahora mismo...." decía el chico jadeante mientras la penetraba con intensidad....ella le mordía el cuello mientras lo besaba, y sentía que sus pechos cosquilleaban con el pecho masculino de su amante. Cada vez eran más rápidas las sacudidas....sus bocas se besaban, sus manos se aferraban unas a otras, en aquel asiento delantero del coche....llegaron a un terrible orgasmo que casi los mata de placer. Un chorro cayó por sus piernas, dejando a la chica extasiada y al chico sorprendido...."veo que te ha gustado", jadeaba Raúl con su boca pegada a la otra boca. 
"Para no hablarnos, no ha estado mal". 


Escrito por: Carmen Ruiz




RELATO CARNAVAL



Eva y Alicia se quedaron sin ir al Carnaval de Venecia, otro año. 

-Hay que hacer un fondo, Alicia. Del año que viene no pasa.

-Eva, siempre decimos lo mismo, y llega verano o fin de año y nos lo pulimos. 

Siempre pasaba lo mismo. Llegaba febrero y se proponían ahorrar, pero después llegaban las vacaciones de verano y el fondo para carnaval volaba por los aires.
Siempre habían querido ir. Desde los doce años. Querían llevar mascaras con plumas y vestidos de época por la plaza de San Marco. - Bueno, pues al año que viene será ….
Cada una se fue a sus respectivos trabajos y quedaron para verse a la hora de cenar y ver a que fiesta de todas a las que las habían invitado irían.
Transcurrió el día con normalidad, reuniones, presentación de proyectos,... sobre las siete se encontraron en el piso. Se sirvieron unas copas de vino y sacaron las once o doce invitaciones que tenían. 

-¿Oficina? - se miraron y las dos a la vez
- ¡No!
- Laura, nos ha mandado invitación. 

-Laura me cae bien. Pero sus fiestas son de parejitas.

- Laura no. Stefan va a ir a la zona vip de... - el timbre de la puerta sonó.
-¿Esperas a alguien?
- Yo no
- No, que yo recuerde. Voy a ver.

-¿Las señoritas Eva Delicious y Alicia Paradise?

- Sí, aquí es.

- Este sobre urgente es para ustedes. Me firma aquí y es todo suyo
-Aquí tiene - le dijo, mientras le devolvía la carpeta y cogía el sobre.

-¿Qué es? ¿Qué es? -dijo Eva entusiasmada.

-No lo sé, no lo sé- contestó Alicia en tono divertido.

Abrieron el sobre ansiosas. Dentro había otro sobre lacrado, y escrito a mano con tinta roja: 
"Alicia y Eva"
¡Vaya intriga! ¿Qué podría ser? ¡Uy que nervios! La abrieron con cuidado y leyeron: 
"Al Sr. Lussuria le complace invitar a las dos Srtas. Alicia y Eva a la fiesta de máscaras que se dará cita el día 18 de febrero en la Mansión Bianchi."
A parte había una nota con la misma caligrafía que la del sobre.
"Estimadas señoritas,
Sé que no han acudido nunca a ninguna de mis fiestas, por ello me he tomado la libertad de darles unas pautas. 
Tendrán que ir vestidas con los disfraces y máscaras que recibirán el mismo día de la fiesta. Se los llevará mi chófer y les esperará una hora y media en la limusina que las acompañará hasta la Mansión. Espero haber acertado con la talla y los colores, y que disfruten del baile tanto como lo haré yo.
Reciban mis respetos.
Atentamente, 
Signor Lussuria."
Estaban las dos con la boca abierta.

-El 18 es mañana.

-¡A tomar por culo las otras invitaciones! Vamos a la Mansión.
-Pero en cuanto veamos algo raro piernas para que os quiero, ¿eh, loca?
-Si, si, siiii.
Al día siguiente fueron al spa, esteticién, masaje con aceites florales, depilación, peeling facial, todo para estar perfectas. A las seis de la tarde llamaron a la puerta. Era el chófer. 

-El Sr. Lussuria ha creído que podrían necesitar más tiempo, la cena se servirá a las diez, así que saldremos de aquí a las nueve. Aquí tienen sus trajes y en las dos cajas están las máscaras. 

-Gracias...

-¿Pero esto qué es? Tantas atenciones y molestias.

-Esto es un loco anfitrión que quiere que su fiesta sea perfecta.
-¡¡Tía, has visto esto!! -dijo sacando uno de los vestidos - Espero que nos los regale, que pasada de disfraces, parecen vestidos de verdad, a ver son de verdad quiero decir...

-Te he entendido, te he entendido... ¡La madre que lo parió! Eva, esto no son disfraces, ¡están cosidos a mano! Deben valer... no lo sé, mucho, muchísimo. 


Eran dos vestidos de dama burguesa italiana renacentista. Uno era rojo sangre, con corsé sin tirantes, falda con cancán. Un cancán un tanto peculiar, por detrás largo hasta los pies, por delante corto por debajo de las ingles, todo el bordado floral era dorado, con hilo de seda. Al final de la espalda llevaba un tocado de plumas, parecía un bello y exótico pavo real. Era el de Alicia.
El otro era azul y plata. Azul zafiro con corsé también pero este llevaba unas pequeñas mangas con forma de farol. La falda era igual, larga de detrás y corta de delante con cancán, y todos los bordados y ribetes en plata. Era para Eva.

Ambas llevaban como accesorio un abanico de plumas a juego. Encontraron unas cajas de terciopelo cada una llevaba un collar, pulsera y pendientes a juego. Eran cuentas de cristal tallado con una gran piedra del color exacto de sus vestidos. Las mascaras en cambio eran totalmente blancas y solo de media cara, antifaces.
Se vistieron entre risas y recelo, su talla de vestido, sus colores favoritos, las joyas, tanta dedicación para que acudan a una fiesta. Tenía que ser un fiestón.


Acabaron de prepararse y bajaron. Les esperaba el chófer delante de una flamante limusina negra.
El viaje fue divertido, tenían cava, música, y el chófer era un maravilloso conductor y sus movimientos eran suaves y fluidos, nada de frenazos.
Llegaron por un camino particular a la majestuosa mansión. Detrás de la gran verja un largo camino ajardinado con antorchas encendidas a los dos lados para la ocasión parecía transportarlas a otra época. Delante de la entrada principal, una fuente redonda de piedra rodeada de flores blancas, rosas. La limusina las dejó en la puerta y el chófer las ayudó a salir de ella.
Un mayordomo las recibió y les indicó el camino a la gran sala donde se iba a celebrar un cóctel antes de la cena. 
Estaban todos vestidos como ellas. Después de una breve recepción donde los camareros iban con esmoquin negro, pajarita, guantes y máscaras blancas, ofreciendo en bandejas de plata copas de champán. Después hicieron pasar a todos los invitados a un gran salón con unas lámpara de araña inmensas, mesas llenas de comida, ensaladas, langostas, ostras, cochinillos, faisanes, fruta, fuentes de chocolate,... Había una orquesta tocando jazz vestidos igual que los camareros.

Presidiendo la sala y frente a las grandes cristaleras que daban al impresionante jardín, una escalinata que se partía en dos en lo alto. 

Todos los asistentes estaban esperando a que les dieran permiso para comer cuando uno de los mayordomos dando unos golpes con un gran bastón, anunció:

-Estimados invitados, el Sr. Lussuria.

En lo alto de la escalinata apareció un hombre. Sólo llevaba unos pantalones negros ceñidos a la cadera y una casaca toda bordada en oro y plata con el fondo en rojo y azul. ¿Casualidad?

-Oye, va a conjunto con nosotras o me da a mi la impresión. 

-Va, va. Dios mío, que buenísimo está. 

-Si, estoy flipando.


Estaban totalmente absortas. Anda con el Sr. Lussuria. Alto y fuerte, y ese pecho y abdominales duramente trabajados, y aquella "V" que recorría el fin de los abdominales en dirección a sus ingles … era una clara invitación a explorar que se escondía en los pantalones. La cara la llevaba cubierta por una máscara negra.
 Esta aparición dio paso a la cena. Las dos amigas todavía no habían podido hablar con el generoso anfitrión que le había facilitado sus disfraces, pero pronto tendrían su oportunidad . 
Al cabo de más o menos una hora volvió a sonar el bastón en el suelo. El Sr. Lussuria subió hasta la mitad de la escalera y seguidamente apareció toda una corte de chicas vestidas con una simple túnica y un antifaz.
Bajaron la luz y por fin una voz aterciopelada y grave salió de los labios de ese hombre: 

-Amigos, ya puede empezar el baile. 

Alicia y Eva, se quedaron mirando:

-Pero esto qué es?

-No lo sé! Pero empieza a agarrarme...

-Creía que habías dicho que si veías algo raro...

-Tu lo has dicho, algo raro, yo no veo nada raro.

-Tu si que eres rara...

Se les acercó el señor de la casa. Sin decir ni mu, las cogió a las dos y se puso a bailar. Ellas no podían hablar, las tenía hipnotizadas.

Poco a poco estaban los tres dando vueltas en el centro del salón y el resto los miraba, la música era onírica, las estaba dejando a merced de él. Poco a poco fueron parando, rodeó con sus manos la cara de Eva y la besó suavemente en la boca, rozando su labio inferior con lamió punta de la lengua e hizo lo mismo con Alicia, después acompañó sus cabezas para que se besaran ellas. Mientras ellas se besaran cada vez con más intensidad, dos de los sirvientes trajeron un gran sillón victoriano y lo colocaron detrás de Lussuria, el se sentó allí para observarlas, mientras bajaban todas las luces menos las del centro de la sala, estaba todo en silencio.

Las dos amigas se estaban viendo como si nunca antes hubieran reparado en sus cuerpos en la atracción que en ese momento estaban experimentando la una por la otra. Con dedos expertos desabrocharon sus corsés y se quitaron las faldas. Sólo se dejaron puestas las joyas y los antifaces. Se acariciaban, pasaban sus dedos despacio por los pezones, por los traseros, las vulvas,... se miraban a los ojos, Eva se agarraba para acariciar y lamer los muslos de Alicia, para besarle el clítoris,  y al revés. Alicia se ponía a la espalda de Eva besaba sus hombros, recorría la columna con la lengua, le mordía  suavemente las nalgas. Se dieron la vuelta las dos a la vez y lo miraron, allí sentado, observándolas, con la polla en la mano y mordiéndose el labio.

Se acercaron cada una por un lado y empezaron a acariciarlo, después, mientras Eva se entretenía con la boca de él, Alicia bajó hacía abajo y empezó a devorarle el miembro. Arriba, abajo, lleno de saliva y hasta que le entraban arcadas.

Eva se unió al banquete y en unos minutos Alicia estaba montando al Sr. Lussuria mientras Eva andaba de la boca de uno a los pechos de la otra. Lo tumbaron en el suelo y entonces fue Eva la que se introdujo el miembro de él y Alicia se sentó de cara a ella encima de la boca de él. Ambas dos se frotaban con él, y se acariciaban entre ellas, mientras él se convulsionaba para darle placer a las dos a la vez, moviendo las caderas y la lengua a la velocidad adecuada.

No saben el tiempo que pasó pero aquellos orgasmos fueron tan intensos que cayeron desplomarse en el suelo del gran salón, no sin antes provocarle un gran desbordamiento que fue a parar a sus cuerpos que fueron lamidos por aquellas que habían bajado por la escalera con tan sólo la túnica.
Al día siguiente tan sólo una nota al lado de las máscaras, vestidos y joyas en su casa:
"Gracias por la asistencia"

Escrito e ilustraciones realizadas por Isabel Carpi



CUENTO: TODO QUEDA EN FAMILIA III

Eran fechas navideñas y para pasar algunos días en familia, fuimos al pueblo, a casa de la tía Carmen. Como siempre que llego a este lugar, lo primero en lo que pienso es: cuando veré a Nico.

Después de deshacer las maletas, acomodarnos en la casa y saludar a la familia, salimos a estirar las piernas. Mis padres y yo empezamos a andar, mientras me contaban cosas de cuando eran jóvenes y se conocieron, pero de pronto... ¡RING! ¡RING! ¡RING! Suena el teléfono de mi madre.

- ¿Quién es? - contesta.
Soy Carmen, veniros a cenar a casa, estaremos todos juntos, que los niños hace tiempo que no se ven – dijo Carmen.
Me parece muy bien. A las nueve estaremos por allí – concluyó mi madre. 


Mi madre nos explicó en lo que había quedado con la tía Carmen, en cuanto habló de Nico... se me iluminó todo; mis padres preguntaron que me pasaba y yo tuve que decir una mentirijilla para disimular.                                  
Al cabo de un rato, decidimos ir a asearnos y cambiarnos de ropa; en fin, arreglarnos un poco para la cena.
Llegamos al salón y estaban mis tíos esperando por el resto de los comensales, empezamos a hablar:

- ¿Dónde está Nico? Tengo muchas ganas de verle.
- Estará al llegar, a estas horas siempre está aquí. Tienes ganas de abrazarle, ¿verdad?
- ¿Qué? En ese momento algo fugaz pasó por mi mente y claro, no era nada bueno.

La verdad es que sí, es mi primo favorito – dije a media voz.
- ¿A sí? Tu también eres la prima favorita de Nico – mis ojos se iluminaron, eso no lo sabía yo; yo sabía lo que ahora había entre nosotros, lo que no sabía es que él sentía algo por mí desde mucho antes de decírmelo.

La puerta de la entrada se abrió y alguien jadeando se acercaba al salón.

- Hola ¿qué tal? Me cambio y cenamos.


Era Nico, que como había venido pronto, salió a correr un rato; cuando giré la cabeza para verle, ya se había ido. Los mayores hablaban de no sé qué, mientras yo esperaba que viniera mi primo.

En cinco minutos bajó: repartió besos para todos y se sentó a mi lado. Me quedé estupefacta cuando lo ví con unas mallas ajustaditas, igual que la camiseta.

- Vaya vaya con ese cuerpo ¿dónde lo tenías escondido? - le dije vacilándole.
- No está escondido, así salgo a hacer deporte – replicó.


Mi tía trajo la perola con el guiso que había preparado y nos pusimos a cenar; Nico y yo nos mirábamos continuamente, hasta que empezamos a hacer manitas por debajo de la mesa. La cena se terminó y llegó el momento postre/café/chupito. En ese momento y a la vez ... Nico y yo nos levantamos de la mesa, nos cogimos de la mano y echamos a correr, gritando: "Ponme al día, ponme al día": fue una manera de separarnos de los demás sin dar explicaciones.

Salimos del salón, nos apretamos bien la mano, nos pusimos frente a frente y nos dimos un abrazo. 
- Yesi ¿me has echado mucho de menos?
- ¿Qué? Claro que sí, tonto, me acuerdo mucho de ti ¿y tu a mi?
- ¿Lo dudas, pequeña? Hace tiempo que sabía que ibas a venir, desde entonces cuento los días que faltan para verte. Quiero abrazarte, mimarte, quererte y...
- Sh... - le puse un dedo en los labios – venga, ya estoy aquí – nos dimos un par de piquitos y salimos fuera a hablar.
- Toma, ponte una chaqueta, que por la noche refresca – dijo Nico.

Salimos a la calle y... ¡uhi! es verdad que hace frío: Nico me abrazó y yo a él y seguimos caminando. Vimos una caseta y nos refugiamos en ella.

- Menudo chock al verte, me has puesto cardiaca, chico.
- Jajaja, ya me fijé en tus ojos.
- Tuviste suerte de que estaban nuestros padres presentes, si no...
- Si no... ¿qué?

Acerqué mis manos a su pecho, las llevé hasta el cuello de su cazadora, lo agarré y lo acerqué a mi; cuando nuestras bocas se encontraron le besé bruscamente, como si quisiera comérmelo, a lo que él respondió con mucha intensidad. A medida que subía nuestra temperatura, mis manos se acercaron a su culo: el cual cogí, estiré y apreté para que después, haciendo presión y con un movimiento circular sintiera mi sexo y lo excita al mismo tiempo.

Al rato, se quitó la cazadora: "¿No tienes calor?" y me quitó la mía también. Empezó a besarme el cuello, de vez en cuando también me lo mordía, lo que producía un leve gemido en mí. Bajó las manos y las metió por dentro de mi jersey: "¡Qué manos más frías!", dije yo; "Es para que sepas que son las mías", puntualizó Nico. Las subió hasta mis pechos y comenzó a amasar mis fríos pezones; metí mis manos por su pantalón tocándole el culo, apretándoselo, fui moviendo mis manos hacia adelante para buscar su fría polla: digo fría porque estaba encogida, pero sólo hasta que notó el tacto de mis dedos: la empecé a acariciar, a masajear, le pasaba el dedo por el capullo, mientras Nico pellizcaba fuertemente mis pezones y buscaba mi boca. Sus manos salieron de debajo de mi jersey, me agarró la cabeza y mientras me besaba suavemente, decía "Nena, no te vayas, no me dejes" y me besó para evitar que contestara. Una mano rodeó mi cintura, mientras la otra se metió en mi pantalón y comenzó a masturbarme; yo también le agarré la cintura, abrí mi manos para agarrar bien su polla y comencé a masturbarle. La reacción se produjo en forma de mordiscos, suspiros y palabras...

- Dime que eres mi putita, mi zorrita, mi perra...
- Amor, sabes que sí, soy tu putita y tu zorrita y todo lo que tu quieras.

En éste momento, introdujo dos dedos en mi coñito y empezó a moverlos con tal soltura que mi fuente empezó a emanar ricos líquidos plateados; acerqué mi cabeza a su hombro y susurré " Sí... cariño, haz que me corra otra vez".
Agarré su polla, ahora tiesa y se la empecé a cascar con fuerza, él también tenía derecho a correrse. Nico, introdujo más los dedos en mi chochito y los siguió moviendo y otro dedo estimulaba mi culo. Cuando casi estábamos a punto para corrernos... rápidamente me dio la vuelta, me bajó el pantalón y de un golpe, me metió ese pedazo de carne que tiene entre las piernas. Mi ¡Ah! de dolor se fue convirtiendo en ¡aha! de placer; me agaché un poco y con mis manos le acaricié los huevos. Sus embestidas eran cada vez más... fuertes ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! Ya no le acariciaba los testículos, ahora los tocaba sin miedo, ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS!, ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS!, ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS!, "Toma perra, ¿no la querías? Toma toda mi leche... y en ese momento... ambos tocamos el cielo.
Bueno, para hacer tanto frío... nos hemos calentado bien, ¿verdad?- dijo Nico.
- ¡Uf! si yo te contara...

Escrito por Venus 77.



POEMA:

Tengo necesidad de que me gustes ,de que te guste ,
que me ames y de que te ame.
De bajar este enganche neuronal por la espalda y
hacerlo físico que me arañes,
me estrujes y muerdas, quiero que me hagas daño.

Llorarte 19 días, y 500 noches como murmuró Sabina,
llorarte lentamente desgarrándome.
Tengo ganas de pensarte caminando,
de no poder respirarte entera y sentir que se me fue el aire
 y con el… la vida entera.

Tengo tantas ganas de sentirme quinceañera,
de sentirme niña necesitándote, abrazarte desesperadamente e
implorarte que te quedes, dejar el juego fuera de la estancia,
coger la manta, prender la tele y quererte,
quererte mucho y que me quieras.

Tengo ganas de tener sólo ojos para ti, de que seas mi mundo,
de verte andar detrás mientras me cepillo el diente chueco,
me pongo la media y me maquillo.
Esperar a que llegues y tener la cena para contarte ,
que me regales el viaje sorpresa, me lleves y me traigas en brazos,
me dejes en la cama y me hagas el amor despacio.

Tengo necesidad de sentir tus dedos recorrer tu vida en mi entrepierna,
que sepas que soy tuya y que eres mío.
Tengo ganas de sentir y de sentirte cerca, dentro, hondo y muy profundamente, tengo ganas de que dejes tu olor esos días en el que te lloro....
Mas como siempre…existe el miedo de que todo acabe.

Se por experiencia que es así,
asi que hagamos un trato...
juguemos a que ese día jamás llegue,
por lo menos hoy.
Hoy tengo Ganas de ti


Escrito e ilustrado por: Los escritos de Melon



CUENTO: TODO QUEDA EN FAMILIA II


Otro día cualquiera justo después del verano:
Después de comer y hacer los deberes, salí a dar una vuelta, cuando suena mí móvil:
- Yesi, este fin de semana tienes que venir, hay una cosa que tienes que ver.
- ¿Este finde? No sé, acabo de empezar las clases…
- Da igual, tú ven bien prieta, te pasamos a buscar el sábado por la tarde. Besos.
- Pero… ¿ha pasado algo?
- Te pasamos a buscar a las 7 de la tarde, ponte bien mona - Y sin más me colgó.

En ese momento y durante lo que restaba de semana, me preocupé un poco, pero si hubiera pasado algo no me dirían que lo dejase para el fin de semana. Los días que quedaban de semana, pasaron bastante rápido…
Llegó el sábado: ducha rápida, espuma, me acicalé como pocas veces hago, me enfundé en unos vaqueros, un top corto, una cazadora de cremallera y ya estaba lista para marcharme.

Salí directa a la estación de autobuses, para coger el autocar que me llevaría a mi destino. Cuando llegué, mis amigas ya estaban esperándome en la parada.
- Marta, me tienes medio mosqueada ¿Qué es lo que sucede? - dije preocupada.
- ¡Calla tonta! Que esta noche vamos de concierto - me dijo con cara de "no preguntes más".

Total, que estuvimos haciendo tiempo para que empezara el acontecimiento y sobre las 21:30, nos dirigimos al pabellón donde iba a tener lugar el concierto. Cuando llegamos, el concierto ya había empezado y ante la imposibilidad de buscar a nadie del pueblo, mis amigas prefirieron ir a la parte de adelante, justo al lado del escenario un poco arrinconadas. Tocaban una música muy movida, era rock con alguna mezcla melódica que sonaba bastante bien.


 Me costó un poco animarme, pero le di un trago a una cerveza y la cosa cambió; empecé a dar saltos como una loca y acabé el concierto desmelenada de todo: fíjate hasta donde me llegó la cerveza, que al acabar el concierto, me quité el sujetador y lo tiré al escenario, sí una vergüenza, pero fue el momento. Durante todo el concierto y aprovechando que estábamos a pie del escenario, me fijé en el chico que tocaba la flauta, el flautín, vamos los instrumentos de viento, yo siempre tengo que estar fijándome en los chicos …

Acabó el concierto y todo lo hicieron un poco rápido, no se despidieron ni nada de eso, por lo que   pensé que se harían de rogar un poco y volverían a tocar la última. Efectivamente, así lo hicieron: primero se bajó el telón y después de unos minutos se volvió a subir. Todos los componentes estaban a la vista, saludando y agradeciendo la asistencia de la gente, ya que era su primera actuación. Observé entonces a los componentes... ¡¿Nico?! Sí, era él, en todo el concierto no lo había visto. Pues lo dicho, salieron de nuevo, tocaron un par de canciones más y se despidieron. Mis amigas decían:
- Vete al camerino a ver a Nico.
- No, que están los demás y me da un poco de corte.
- Pues aprovechas y los conoces ¡anda corre!

Después de muchos ánimos, me decidí y entré a saludarle.
- ¡Yesi! Qué bien que hayas podido venir - dijo Nico nada mas verme.
- ¿Esta es Yesi?- dijeron el resto, me saludaron y dijeron - Nico no exageras al hablar de ella como lo haces.

Y entre risas y miradas que dan mucho a entender, les tiró una muñequera a la cabez. Nico, tocaba la batería, por eso no le había visto mas que al final. Los otros músicos salieron de la habitación, para agradecerle a los fans la asistencia.
- Ven ¿qué te ha parecido?- me preguntó Nico.
- Sonáis muy bien, ¿por qué no me habías comentado nada?- le pregunté mientras me sentaba en sus rodillas.
- Quería sorprenderte y creo que lo he hecho, pero espero que no vayas perdiendo ropa en todos los conciertos - me sonrojé ya que mi sujetador lo había recogido él.

Aunque fuera a cortar un poco el royo, le pregunté por el chico de la flauta "Me ha encantado, qué agilidad con los dedos, qué ritmo". Me dijo que se era Fer, pero cuando dije esto, se le notó un poco infravalorado "¿Tengo qué recordarte que moldeo cerámica? Mis dedos si hacen virguerías, toco la batería y más ritmo que yo, te aseguro que no tiene" decía mientras con sus dedos, tocaba mi entre pierna rítmicamente.
- Ya lo veo. Por la manera de saludarme... ¿les has hablado de mí a tus amigos?
- ... Bueno... les he dicho que eres una fan especial.
- Ya te vale.

Y cogiendo su carita de niño bueno, le planté un beso en la mejilla, a lo que él respondió con un morreo impresionante mientras intensificaba la suavidad con la que me estaba tocando la entrepierna.
- Ten cuidado, pueden entrar y pillarnos.
- ¿Desde cuando te ha preocupado que nos pillen? Tranquila, les he dicho que si venías, que no nos molestaran.
- "Um... qué bien me sonó aquello"
Acto seguido me levanté, con un suave movimiento de hombros, dejé que mi cazadora cayera al suelo quedándome sólo con el pequeño top que me había puesto para la ocasión. Me puse frente a él y metiendo la mano por el chaleco que llevaba puesto, me senté sobre sus piernas. Le quité el chaleco mientras me lancé a lamer su cuello "¡cómo te he echado de menos!" decía entre leves suspiros. En ese momento la puerta se abrió, y yo no lo vi, pero levantó la mano extendida para que nadie entrara. Llevó sus manos a mi espalda y desde la cintura empezó a subirlas lentamente, muy lentamente; en ese momento, cambié su cuello la parte de atrás de su ojera: mis manos jugaban con su pelo y él me acercaba a su cuerpo cogiendo mi cintura.

Me levanté, mis manos hicieron fuerza en sus hombros y me aseguré el sitio sobre sus dos piernas; notaba como su miembro quería escapar del pantalón; le besé profundamente y comencé a moverme adelante y atrás, a ratos mi movimiento era lateral para que su miembro aumentara su volumen; sus manos se deshicieron de mí top y comenzó a acariciar mis pezones con su lengua, yo gemía y me retorcía sobre sus piernas; sus manos palpaban mi pantalón por la parte de atrás, las metió por dentro acariciando mi trasero. Desabrochó el botón y con su dedo pulgar buscó la mejor manera de masturbarme, en cuanto noté su caliente dedo en mí húmedo sexo, le suspiré al oído "tus dedos son los mejores".
Mi aliento en esa zona le puso a 100 y agarrándome bien se levantó de la silla, me tumbó sobre la mesa, aproveché para bajar sus pantalones de chándal con mis pies y él hizo lo mismo con los míos, se inclinó sobre mi cuerpo y me lamió lentamente el torso, desde el ombligo hasta la barbilla, aproveché para rodear con mis piernas las suyas, haciendo que el espacio entre nosotros desapareciera, él me metió la lengua hasta el fondo y empezó a follarme. ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! mis manos recorrían de arriba a abajo su tensa y sudorosa espalda, como queriendo que su cuerpo se metiera dentro del mío "Dame más, quiero más", le susurré.

En ese momento, salió de mi, me empujó hacia el centro de la mesa, dobló mis rodillas y se tumbó encima de mi "ah..." su miembro había encontrado la entrada a mi cuerpo directamente ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! empezó a bombear otra vez, los dos gemíamos, nos besábamos y disfrutábamos. "Ven nena que estoy a punto", dijo cogiéndome por la cintura para ponerme a cuatro patas; separó mis piernas y mientras tocaba mi clítoris, me volvió a embestir con fuerza "ah... sí, hay quiero sentirte ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! sentí su miembro mío, totalmente mío, cada vez me embestía con más fuerza ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! noté como nuestros líquidos se mezclaban en mis adentros, ambos nos quedamos quietos cuando llegamos juntos al orgasmo. Nos bajamos de la mesa, nos abrazamos y besamos. Entre jueguecitos nos vestimos, nos peinamos y cuando estuvimos listos, salimos del cuarto.

A la puerta, estaban sus compañeros de grupo, que le sonrieron cuando nos vieron salir.
- ¿Te aviso para el próximo?- Dijo Nico.
- ¡Claro que sí!.

Y dándome una palmadita en el culo, susurró "Lo haré, bombón", a lo que yo con una sonrisa picarona, me giré y cogiéndole la cara para darle un pico le dije:
- Lo sé.

Escrito por Venus 77



CUENTO: TODO QUEDA EN FAMILIA I

Como todos los veranos, mis padres y yo, fuimos a pasar unos días al pueblo de mis abuelos. Era un sitio pequeño, pero muy acogedor y a las afueras del pueblo había un río, que era la piscina de todos en verano.

Cuando llegamos, saludamos a mis abuelos, después bajamos las cosas del coche y entramos en casa: mientras que mis padres charlaban con mis abuelos, yo me fui a dar una ducha fría, era verano y en aquel sitio hacia mucho calor. Salí de la ducha, me sequé el pelo y me vestí: camiseta de tirantes y pantalón corto.

- Voy a dar una vuelta, a ver si veo a los tíos y a los primos para saludarles - dije antes de salir por la puerta.
- Vale, si los ves diles que luego iremos nosotros - dijo mi madre.

Salí de casa contentísima y brincando como una cabra por el monte, luego veréis por qué. Llegue a la calle: me pare, mire al cielo y estirando los brazos dije:

- Prepárate Nico, ya estoy aquí.

Empecé a pasear y llegué‚ a casa de mi tía Carmen. Toqué al timbre y Sara abrió la puerta.

- ¿Pero si es Yesy? Ven mamá, ha venido Yesy. ¿Qué tal estas? Y ¿tus padres? cuanto tiempo hace que no venías - dijo sorprendida al abrir la puerta.

Sara, era mi prima, la hija de tía Carmen y la verdad que vi lógico que se sorprendiera de verme allí: hace tres años tuve unos problemillas de salud desde entonces no habíamos salido a ningún lado.

- Nosotros estamos todos bien, mis padres están viendo a los abuelos, luego vienen y vosotros ¿qué tal estáis? después de tanto tiempo supongo que tendréis muchas cosas que contar.
- No te creas, en un pueblo todo es costumbre por lo que no suele cambiar nada. Ya sabes la gente viene, se va, y aquí todo sigue igual - dijo mi tía mientras salía a saludarme.

Después de los típicos besos y del achuchón familiar, seguí visitando a la familia.

La casa siguiente era la de mi tío Enrique, pero no había nadie en su casa, una vecina me dijo que se habían ido al río y que no tardarían mucho. Le di las gracias por la información y decidí ir a buscarles.

Por el camino me encontré con un buen amigo de mis padres, el cual se puso a hablar conmigo un buen rato, dándoles tiempo a mi tío y familia a que vinieran del río y me sorprendieran en medio de la calle.

- ¡Mirar quien ha venido! La princesa de la familia - dijo mi tío mientras me cogía por la cintura y me levantaba - ¿Qué tal estás muchachita? pensábamos que te habías olvidado de todos nosotros.
- ¡Hola tío! No tendrás esa suerte ¿cómo voy a olvidarme de mis tíos favoritos? Dices unas cosas... - dije alegremente - Bájame, para que te pueda dar dos besos, me haces cosquillas.

Me bajó y después de saludarlos a todos, estuvimos un buen rato hablando de muchas cosas: de lo que había pasado y cambiado en esos tres años. En ese momento aparecieron mis padres y se unieron a la charla; yo aproveche y le pregunté a mi primo Monchu que era de Nico:

- Está trabajando en una fábrica de cerámicas, moldeando cosas con barro.
- ¡Guauuu! Que trabajo tan bonito - le dije, aunque me daba igual en qué trabajara o dónde, sólo quería saber si seguía en el pueblo
- ¿Y sabes a qué hora vuelve? Quiero darle una sorpresa.

Dijo que no lo sabía, que unos días salía antes que otros. Me despedí de él y cuando ya no me veía di un saltito y pegué un pequeño grito: Nico fue mi cuidador cuando yo era pequeña, aunque para él siempre seguiré siendo pequeña por muchos años que pasen. 
Nico es mi primo mayor, mi amigo, mi confidente y a escondidas... el mejor amante que una chica como yo puede tener. Es alto y musculoso, tiene unos ojos preciosos y una mirada penetrante, un cuerpo 10, es alguien a quien se lo puedes contar todo, sabe escuchar y hacer que yo me sienta orgullosa de ser quien soy.

Estaba super contenta, no tendría mucho que esperar para encontrarme con él. Me sentía bien, pero quería estar sola a la espera de lo que sucediese, así que me fui al río, y allí, de pie, miraba como el agua pasaba.

- Hola princesa, ¿esperas a alguien? - era una voz familiar, segura y varonil, que me susurraba al oído, dando calor en mi cuello y excitándome - Date la vuelta para que te vea bien.
- ¡Ni...co...! - y dando un salto, me lancé a sus brazos.
- Cuanto has cambiado, te has convertido en toda una mujercita... pero fíjate en esas curvas.
- Hace mucho que soy una mujercita, aunque tu no te quieras dar cuenta.
Nos pusimos a contar todo lo que había pasado en esos tres años en los que no nos habíamos visto, al rato dijo:

- Vengo todos los días después de trabajar a darme un baño - y quitándose la camiseta- ¿quieres acompañarme?
- Ya sabes, contigo lo que quieras.

Me quité la ropa y me metí en el agua, detrás de él. El agua estaba fría, se me endurecieron los pezones inmediatamente. Nico fue nadando hasta la otra orilla del río, salió del agua y se sentó en un tronco.
- Ven aquí, deja que te admire otra vez. 
Fui nadando hasta la orilla donde estaba él, salgo del agua y me escurro el agua del pelo con las manos. En éste momento me fijé en la mirada de Nico: estaba alucinado repasando mi silueta:
- "¿tanto habré cambiado en tres años?" - pensaba yo; 
mientras él pensaba:
- "pechos pequeños y redonditos con un pezoncito guerrero en el centro, un culito que me pierde, caderas que embellecen su figura... y una sensualidad que no es propia de su edad". 
Llegué a su lado y...

- ¿Desde aquí me ves bien o quieres que me acerque más? - Le dije con voz muy, muy sugerente
- Déjame que ahora te vea yo a ti - le ofrecí mi mano, se levantó y dio un par de vueltas.
- ¿Te gusta lo que ves?- me dijo.
- Me encanta, estas hecho un hombre ¿y a ti?- le respondí.
- Cómo no, ya eres toda una mujer, hecha y derecha.
- Y... ¿te apetece intimidar con esta mujer?- le dije con voz provocativa.

Se ladeó, acercó su cara a la mía, me besó la frente, la nariz y acabó en mi boca, acariciando mis labios con los suyos. Fue un beso... lento, intenso y profundo; rodeé su cintura con mis brazos, mis manos se separaron, se abrieron y bajaron hasta su culito respingón para palpar y apretar aquella hermosura; me apoyé en el tronco y a la vez que tocaba, empujaba hacia mi para notar su paquete en mi sexo.

- Te he echado mucho de menos, princesa - decía mientras intentaba desabrocharme el sujetador para que sus dedos jugaran con mis pechos erectos.
- Sabes que yo a ti también, siento no haber podido venir antes, pero la espera ha valido la pena- le comentaba mientras mis traviesas manos bajaban su slip.

Me tumbé en el tronco, sus manos  rodeaban mis pechos, su lengua besaba mi cuello y su miembro luchaba con conseguir penetrar en mi húmedo chochito. Yo le tocaba la espalda de arriba abajo, le besaba los hombros y le mordía los bíceps. La noche caía, pero no para nosotros. Nos incorporamos y nos tumbamos en el suelo, uno al lado del otro, metió una mano por mis braguitas, lo que provocó un profundo suspiro por mi parte. Le bajé el slip por delante, agarré su miembro erecto y jugando con la punta, le dije:

- Cariño, hazme el amor como nunca.
- Prepárate, pequeña.

Pasó un brazo por debajo de mi cuello, me separó las piernas y se puso a jugar con mi chochito; mi clítoris cada vez se hacía más y más grande, yo aproveché para lamerle las tetillas y el cuello, mientras con una mano le acariciaba los testículos, dos bolitas peludas que hacían que su verga se endureciera más.

El seguía jugando con mi humedecidísimo sexo, con esos dedos que le daban forma a mi placer; yo seguía acariciando su sexo y mordiendo a la vez sus brazos, gimiendo como si ya me hubiera penetrado; busqué su boca y le di un tremendo beso donde nuestras lenguas se juntaron, se enredaron como si nunca se quisieran separar. En ese momento, me ladeo y poco a poco me penetró con su viril miembro.

- ¡Ah...!- gemí de placer.

Poco a poco y muy despacio, para sentir bien lo que estábamos haciendo, empezó a bombearme: ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! a la vez que con una mano, seguía estimulando mi clítoris.

- ¿Te gusta nena?
- ¡Sí...! ¡Sí! no pares cariño, sigue así.

Yo seguía estimulando sus huevecillos, hasta que el placer fue tanto que... rápidamente me giró, quedando yo a cuatro patas; me agarro fuerte de la cintura y volvió a bombearme ahora con más intensidad: ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS!

- ¡¡¡Tóma nena!!! todo para ti.

En ese momento juntos llegamos a un placentero y tierno orgasmo.
Al acabar, volvimos a tumbarnos en el suelo, puse la cabeza encima de su pecho y él me rodeó con su brazo.

- ¿Qué tal? - me preguntó.
- ¡...m! me ha encantado ¿por que no me recibes así siempre?
- Te recibiré como tu quieras, pequeña.

Los dos juntos, fuimos a casa de mis abuelos a cenar.

- Mirar a quien me he encontrado. Nico, ¿te quedas a cenar? Sí, venga, quédate.

Estuvimos cenando y charlando, cuando acabamos:

- Yesi, ¿vienes conmigo? - dijo Nico - Quiero enseñarte una cosa.

Continuará...

Escrito por Venus 77






CUENTO: HISTORIAS DE LA PUTA MILI XXX






Campamento Alfa
7:35 A.M.

- ¡Teniente! ¡Teniente!


- Qué coño pasa cabo? 


- Los hombres, señor. Están tan desmotivados que la mitad todavía no ha salido de los barracones y la otra mitad, hace una hora que debería haber llegado al campo de entrenamiento pero han asaltado la cantina.


-¿Cómo?  ¡Inadmisible! ¿Y mientras que hace ud? ¿Es una niñita que viene en busca de papá? Retírese, ya me encargo yo.


El Teniente Narváez se dirigió a su oficina e hizo una llamada:


- Lo quiero ya. Esto se nos ha ido de las manos. Necesitamos una solución rápida y efectiva. ¿Veinte minutos? Perfecto. Adiós.

En una hora Narváez tuvo a todos los reclutas formados dentro de uno de los barracones. 


- ¡¿Están todos?! Las princesas no están motivadas, por lo visto son soldados para lo que quieren ¡nenazas! ¡Sois una vergüenza! 



¿Queréis motivación? ¡Vais a tener motivación! 




Este discursito fue dado en medio del silencio debido al pavor que tenían los soldados al teniente, no era respeto, era terror, pánico, se contaba que sus métodos de entrenamiento habían sido estudiados por os defensores de los derechos humanos en su país.


- Ahora van a tener motivación de sobra. Los quiero desnudos ¡YA!



Los reclutas no se atrevieron a mirarse pero más de uno hubiera salido corriendo. En menos de cinco segundos estaban todos en pelotas.

-       ¡Que empiece la instrucción! - gritó y se retiró a una butaca que había hecho colocar en un rincón en la penumbra. Allí se sentó, se encendió un puro y se sirvió una gran copazo de bourbon. 






Entró una rubia impresionante vestida con un mono de camuflaje, botas negras y gorra. 



La seguían un pelotón de mujeres, altas, bajas, delgadas, rellenas, rubias, morenas, pelirrojas, pelo corto, largo, ojos claros, oscuros, blancas, negras, asiáticas,... Los soldados estaban boquiabiertos. Miraban curiosos, tanto por la entrada de las chicas como por cómo iba a ser la instrucción, era todo muy extraño. 




Las chicas se plantaron perfectamente formadas delante de ellos. 

La rubia que entró delante de todas era la jefa del pelotón.





- Soldados de instrucción, vamos a enseñarles a estos llorones, porque deben acatar las órdenes de sus superiores. Soldado Lo, soldado McCain, empiecen.



Una asiática menuda dio tres pasos hacia adelante y se quitó la gorra dejando caer una larga melena azabache sobre sus hombros. 
Justo detrás de ella se plantó una pelirroja con piel blanquecina,  le rodeó la cintura con una mano y con la otra le apartó el pelo del cuello. La asiática cerró los ojos y la otra pasó la lengua por donde había apartado el pelo y subió la otra mano para desabrocharle el mono. 

Cuando cayó su vestimenta la asiática quedó totalmente desnuda y se dio la vuelta para quitarle el mono a la pelirroja. Los miembros de los soldados a los que estaban adiestrando empezaban a querer entrar en la fiesta. 

-Soldado García, soldado Morales.

Una chicana con curvas de escándalo y una hispana se unieron a las otras dos, no sin antes desnudarse completamente. Empezaron a lamerse unas a otras, mordiendo y succionando pezones. La jefa de pelotón fue así llamando de dos en dos a todas las reclutas hasta que las 18 estuvieron juntas, desnudas, resbalando unas contra otras.
Los soldados que estaban recibiendo el castigo continuaban allí plantados, erectos ellos y sus pollas. En cuanto alguno apartaba la vista o hacia la intención de tocarse, la inmensa rubia iba y les daba un cachete con una fusta.

- Los soldados hombres deben mantener la posición de firmes, observar con atención la instrucción y estar en silencio. ¿Está claro?
- ¡Señor, sí señor!

Las reclutas estaban dando un claro espectáculo de lo bien que se lo podían pasar sin penes de por medio. Algún soldado empezaba a temblar de lo dura que la tenía, entonces se acercaba la jefa y le azotaba. 
Cuando la orgía femenina empezó a generar flujos, la jefa de pelotón se desnudó. Se dejó las botas, la gorra y la fusta. Empezó a pasearse por medio de los chicos, los miraba observaba y se dirigió a las chicas, mirando a los reclutas masturbó a tres de ellas introduciéndoles los dedos, a una cuarta le dio suaves y repetidos golpecitos en toda la vulva y clítoris. Volvió a ir hacia ellos, a uno le lamió la oreja, pasó al siguiente, le dio una sacudida, al siguiente le restregó los grandes pechos por la cara, al otro le empezó una corta mamada,... se encargó de cada uno de ellos y de repente empezaron a parecer como un espectáculo acuático de fuentes uno a uno fueron corriéndose sin tocarlos, y cuando acababan parecían más cansados que si realmente hubieran estado follando. 


Ya así, la gran instructora, les ordenó a todos que tenían que volver a tenerla dura y ya. Entró un cargamento de cajas llena de preservativos y les ordenó a cada uno que se pusieran uno.
Las chicas ofrecieron sus profundidades más que mojadas. Ellos creían que estaban teniendo una recompensa por hacer bien el ejercicio pero aquello sólo acababa de empezar. Los hacían follar rápido, sin descanso, meter, sacar, chupar, meter, sacar, correrse y vuelta a empezar. La instrucción duro algo más de 9h. En las cuales, se utilizaron unos setecientos condones. 


¿Y Narváez?  Narváez tuvo la recompensa de ser cabalgado en su sofá por la imponente Jefa de pelotón,  Ingrid.

Escrito por Isabel Carpi



CUENTO: ME VOY DE CRUCERO


Se estaban acercando sus vacaciones y Amaranda no tenía nada decidido. Estaba  tirada en el sofá de su casa viendo la televisión cuando vio un anuncio de un crucero, ocho maravillosos días por el Mediterráneo descubriendo los rincones mas espectaculares. Se imaginó con un vaporoso vestido de gasa mecido por la brisa que corría en la cubierta del barco. 


- Mmm......., ¿Un crucero? ¡Si! podían ser unas buenas vacaciones.

Una  semana después se encontraba abordo de una maravillosa embarcación, en un espectacular camarote con balcón, presidido por una gran cama. Todo empezaba muy bien. Tras una tarde de dejadez total, tumbada en una hamaca al sol, se preparó para la cena.



Ataviada con un delicado vestido rojo se dirigió al comedor, el maître le indicó su mesa.

Era la típica mesa redonda para seis comensales.En ella se encontraban unos recién casados y otra pareja que celebraba su bodas de plata, además de un atractivo hombre cuyos ojos de un azul profundo y cambiante parecían contener una tormenta a punto de estallar. 



Su cabello negro como la noche más oscura. Bajo su camisa se adivinaba un glorioso cuerpo digno de un gladiador romano. Se presentaron todos y, como no podía ser de otra manera, tenía nombre de corsario, Morgan. La cena transcurrió tranquila, con algún pícaro comentario hacía los recién casados por parte de la veterana pareja que amenizaron la velada a todos.




La noche estuvo plagada de numerosas fantasías protagonizadas por aquel adonis de ojos azules. Amaranda tuvo que darse una buena ducha de agua fría, pero no había manera de quitárselo de la cabeza, una y otra vez revivía sus fantasías. Frustrada se dirigió al balcón donde contempló la luna llena, que espléndidamente brillante iluminaba la mar en calma. Al mirar a su alrededor se encontró con una sombra que la estaba observando. 



No había duda, esa silueta era indiscutiblemente de Morgan. Pensamientos lujuriosos invadieron su mente, e hicieron que su interior estallara en llamas provocando una inundación que amenazaba con ahogarla si no era sofocada en ese preciso instante. Intentó calmarse, no debía dejarse llevar por algo que no haría normalmente. Volvió a mirar y ya no estaba, la frustración lleno el vacío que había dejado aquel hombre en aquel balcón.



Se sentó en la cama y procuró relajarse. Unos golpes sonaron en su puerta, se acercó y abrió. Cual fue su sorpresa al encontrarse con aquel gladiador de ojos azules y torso descubierto que la estaba penetrando con la mirada. 


Amaranda se retiró dejándolo pasar, estaba totalmente fascinada con lo que estaba viendo. Su cuerpo emanaba una energía de la que le era imposible escapar. Morgan la miró y como una pantera se acercó sigilosamente a su presa inmóvil. La agarró por la nuca. Ella entreabrió sus labios y él tomó posesión de ellos, los devoró con ansia y un hambre mortal la inundó. Las hábiles manos de Morgan la despojaron de su camisola, mientras Amaranda recorría con las suyas aquel fabuloso torso que parecía haber sido cincelado, llena de lujuria cayó en la cama donde él empezó a acariciarle sus pechos para luego pasar su lengua y morderlos suavemente.




Capturó sus manos y las llevó por encima de su cabeza susurrándole al oído que la iba a maniatar al cabezal de la cama. Seguidamente le cubrió los ojos. Se quedo quieta. Él le separó cuidadosamente las piernas para introducir su cabeza y pasar suavemente su lengua por su sexo mientras le introducía los dedos delicadamente. Su cuerpo estalló y se estremeció toda ella. 



Él seguía lamiéndola y ahora más profundamente la penetraba con su lengua, mientras ella gemía, gritaba, no podía más y sin poderlo remediar estalló. Fue un glorioso orgasmo. Morgan no paró, siguió acariciándola y cuando parecía que todo iba a terminar la penetro de manera posesiva, como un animal. 

Amaranda comenzó a moverse a su  compás, la desató y le quitó la venda, la puso sobre él y mientras ella era la que lo poseía se miraron a los ojos. Supo que era el momento y ella empezó a moverse más rápidamente. Fue un baile acompasado de dos amantes que los llevó a la cumbre del éxtasis. Amaranda se derrumbó sobre él totalmente mojada y empapada en sudor. Morgan la miró, se levantó y cuando iba a abrir la puerta para salir le dijo: " todavía queda mucho viaje...".





Escrito por Nuria Sanchez




CUENTO: SEX IN THE LIFT



Vivo en Barcelona. Una ciudad grande, cosmopolita y con muchas posibilidades. Me mudé de un pueblo en las montañas de los Pirineos donde la vida, como en cualquier pueblo, es más tranquila y familiar, y pos supuesto, fiestas hay las justas, verbenas y poco más. Mi familia es bastante rígida, mejor dicho tradicional diría, pero yo soy un espíritu libre, así que el pueblo se me quedaba pequeño. 

Como ya se sabe, para poder llegar lejos, hay que coger las ofertas que nos ofrecen al vuelo, y eso hice yo!


Trabajo para una agencia de modelos, algo conocida en la ciudad, donde los eventos están muy bien pagados y bajo mucha seriedad en la organización de cada uno. 

Conocí a quien me “descubrió” en una cena organizada en casa de mis padres en el pueblo y enseguida conectamos, parecía que me leía en los ojos que me moría por salir de ahí, por hacer mi vida, yo me sentía una mujer y no una niñas, quería independizarme y él me ofreció la oportunidad.... Había hecho algún pinito que otro para comercios de los alrededores y fui Miss Pirineos 2 años seguidos. No me considero una mujer súper guapa, y menos viendo a algunas de mis compañeras de la agencia en la ciudad, pero reconozco que tengo algo que seduce a las cámaras. 



Mido 1,80, estatura perfecta para abrir camino, tengo unas bonitas piernas largas y torneadas tras haber hecho patinaje sobre hielo desde mi juventud, mi pelo es largo y del color de la miel, unos ojos grandes y marrones y unas curvas que me gustan mucho personalmente. Siempre me han dicho que tengo “ese no se que” para saber lucirlas y soy bastante femenina en lo que respecta.

Juanjo se me presentó como un “cazador de talentos” y había conocido a mi padre en alguno de sus negocios que ahora no recuerdo exactamente. Mi padre siempre estaba envuelto en negocios que le hacían ganar dinero y en casa vivíamos con muchas comodidades. En seguida que Juanjo le propuso mi traslado a Barcelona, mi padre no reaccionó muy bien que digamos. Es bastante protector y la idea de mudarme a una ciudad tan grande y desprotegida le surgieron tales miedos que nunca pensé que los tendría. Gracias a Dios que mi madre siempre ha estado a favor de los cambios y siempre me ha aconsejado valorar las oportunidades cuando las ofrecen. Además, Juanjo se había ganado la confianza de mis padres desde el primer momento y eso ayudó bastante.

En cuanto llegamos a Barcelona, encontré un piso muy bonito, acogedor y muy céntrico que me enamoró. Me sentí súper cómoda nada más entrar y no tuve absolutamente ninguna duda para hacerlo mío. Estaba segura que la ciudad y yo íbamos a encajar perfectamente! 


Al poco de mudarme, empezó el trabajo sin cesar, tuve mucha suerte porque en seguida me llovían las ofertas de la agencia y conectaba muy bien con las otras chicas. 

La mayoría éramos de fuera y poco a poco íbamos haciendo piña entre nosotras, salíamos después del trabajo y quedábamos para hacer deporte los días en los que no teníamos ningún evento. 

No era la única soltera del grupo, por suerte, algunas de ellas estaban hasta casadas y nos reíamos mucho juntas con cada una de las batallitas de alguna de las chicas.


Obviamente, siendo modelo y con acceso privilegiado a las fiestas privadas de una ciudad tan importante, era fácil tener algún lío esporádico. A los hombres les encanta ser vistos con mujeres guapas y más de uno se lo curraba de manera muy original. La verdad es que yo no estaba por todo eso, yo soy bastante fantasiosa y no deseaba tener un novio de los “de siempre”. Una manía que tenia mi padre cuando me hacia referencia al tema “chicos”: “Si yo te he dado lo que te dado, el hombre que esté a tu lado tendrá que darte lo mismo o MÁS. No lo olvides Lucía”.  

Sí. Perdón. Mi nombre es Lucia Caballero y tengo 24 años. Y claro que había tenido algún novio que otro en el pueblo pero ninguna de esas relaciones llegó a buen puerto. La verdad, a pesar de lo que se diga de los pueblos y de las famosas aventuras en los establos, al menos mis pretendientes, eran de lo más aburridos….. Yo necesitaba pasármelo bien y que me hicieran sentir viva!



Pues bien, en una de esas noches de fiesta rodeadas de lujo y buena compañía, decidí marcharme. Sin ninguna explicación coherente, el cuerpo me pidió salir de la fiesta para irme a casa. Parecía una tontería, pero tenia la sensación de que “alguien” me estuviera esperando y, sinceramente, lo único que me podría estar esperando en casa era mi cama. Tomé un taxi y mandé llegar a mi dirección.


Cuando estaba abriendo la puerta de la portería, un olor embriagador me erizó mi melena lisa y me puso la piel de gallina. Estaba justo detrás de mí. Voltee mi cabeza y creí estar viendo un espejismo. Un hombre alto, moreno, de ojos verdes, vestido con un traje elegante, joven pero un poco más mayor que yo.


- ¿Quién es éste? – me pregunté – y mientras me rondaban las mil preguntas por la cabeza sobre el chico misterioso y completamente anodada, me quedé trabada en la puerta por la imagen impactante y él tuvo que ayudarme a abrir. 

- Que vergüenza.....- pensé.

En un primer momento me había asustado la presencia extraña justo detrás mío, pero la brisa de la noche se mezcló con ese olor que me hacia sentir que entre él y yo tenía que pasar algo.



Y como si ya conociera esa sensación de antes, le saludé con una sonrisa y le di las gracias por “el capote” que me había echado para abrir la puerta. Pasamos dentro mientras notaba sus ojos recorriendo mi cuerpo de arriba a bajo. Él se presentó tras una disculpa por haberme asustado, se llamaba Óscar. Resulta que vive en el edificio y yo llevaba, por entonces, meses alojada ahí y nunca nos habíamos cruzado! Entramos en el ascensor. Ese olor, esas miradas espontáneas y toda aquella atracción encerrada entre las cuatro paredes de un ascensor que no debía de ser más grande que una plato de ducha, me estaban matando. Todo mi cuerpo estaba húmedo, sudaba por cada poro de él y notaba sus ojos observándome. No sabía como poner los brazos, la posición de azafata se me había olvidado y me sentía completamente torpe con cada movimiento que intentaba hacer para disimular. Yo vivo en un cuarto, y ese viaje de ascensor se me hizo eterno! Cuando se abrieron las puertas, sólo pude despedirme con un “adiós” y él, con esa voz varonil, se despidió con un “ya nos veremos”. 


Esa noche soñé con él y necesité una ducha fría!!! Que me había pasado? Nunca había experimentado una sensación como esa! Sentía el cuerpo ruborizado, paralizado y excitado al mismo tiempo! Esa noche me encargué personalmente de mi cuerpo (que se encontraba fuera de órbita) con la mayor masturbación de mi vida. Dormí placenteramente, él había participado en ello…. Pero no se iba a quedar así!

Al día siguiente, sin vacilación alguna me dirigí a nuestra portera (que lo saben todo de todos) y me informé sobre él: que hacía, edad, dónde comía normalmente (jeje, ahí se me coló la pregunta), en que piso vivía y, SOBRETODO, si estaba soltero. Y síiiii! Lo estaba!

Vale, ya tenia lo que quería saber y también sus horarios de salida y llegada de casa. Estaba emocionadísima, quería saberlo todo y quería volvérmelo a encontrar y, esta vez, no se me escaparía! Una de las pocas cosas que empecé a aprender de mis otras compañeras y amigas de profesión con respecto a los hombres, es que en la ciudad: si no apuestas no ganas. Así que a partir de ese día me puse manos a la obra para no salir NUNCA desarreglada de casa y con los conjuntos mas sexys de mi ropa interior. Estaba todo calculado.


Pasaron los días, y no nos habíamos vuelto a cruzar. No lo podía entender, llegaba a las horas que sabia que podrían ser y me presenté en alguna ocasión en el restaurante que frecuentaba y nada. Empecé a pensar que realmente fue un espejismo por no ser de la portera que me mantenía informada acerca de sus movimientos. La buena noticia llegó un día en el que, mi informadora, me dice que acababa de llegar a casa. Y lo mejor de todo, es que él también había estado indagando sobre mi! Yuhu!

Sin más rodeos y sin pensármelo dos veces, decidí poner fin a todo eso. Lo quería para mí y necesitaba apagar el fuego de mi cuerpo que cada noche me daba placer pensando en él. Pero esa noche no, tenía un trabajo fuera de Barcelona y estaría llegando tarde. Así que, sin más y con esa ilusión dentro de mí me preparé para el evento y me marché.


La noche llegó pronto, por suerte, el evento se hizo largo y muy pesado y sólo tenia ganas de llegar a casa y meterme en la bañera con esencias relajantes fuera a la hora que fuera. Al día siguiente me lo tomaba libre, así que lo aprovecharía para disfrutar de mí propia compañía y planear mi objetivo con el vecino “buenorro” y que me viera guapa y todavía fresca.

Una vez más y como si de un deja vú se tratara, abriendo la puerta de la portería volví a sentir ese olor y esa sensación de embriaguez sexual por todo mi cuerpo. Él estaba ahí, justo a mi lado. También llegaba de trabajar… Mi fantasía y la larga espera estaba llegando a su fin, él estaba ahí y yo sabía que él había preguntado por mí. Tenía que aprovechar la ocasión, le puse mi mejor pose! …. 

En el ascensor, los dos encerrados y con roces buscados, pero aparentemente inocentes, sacaron mi lado más perverso. No lo pude evitar y tras unas miradas directas y unas pocas palabras inicié la fase de “ataque”.

Esa noche llevaba un vestido corto y no me había cambiado el calzado del zapato bajo a mis botas altas, así que mis piernas se veían interminables y me sentía muy sexy.
- Piso entresuelo: primer cruce de palabras para arrancar una conversación y unas risas seductoras.
- Piso primero: él se desabrocha la camisa por el cuello, dice que hace calor. De nuevo ese olor. El ascensor ya está impregnado y yo empiezo a estar cachonda.
- Piso segundo: me recojo el pelo con una coleta de caballo con movimientos que invitan a comerme el cuello, me siento cada vez más cachonda.
- Piso tercero: él se acerca a mi, dice reconocer el olor de mi perfume y roza todo su cuerpo con el mío. Me está provocando él también! Mi estado es de “perra en celo”….
- Y llegamos al cuarto piso, mi planta. ¿Qué hago? Pues paro el ascensor!
Decido que de ahí no sale nadie “vivo” y lo necesito entre mis piernas, necesito besar cada parte de su cuerpo, tengo calor, mucho calor y toda la ropa me molesta. Ese olor suyo me está volviendo loca y estoy tan mojada que creo que nos vamos ahogar. Mi acción es muy bien aceptada por Óscar y nos entrelazamos el uno con el otro de manera apoteósica. Ha sabido leerme el pensamiento y me besa con pasión, se quita la camisa y los pantalones y empieza a bajarme el vestido. En pocos minutos estamos los dos casi desnudos, en un habitáculo de 1x1 dónde damos rienda suelta a nuestra excitación.
Nos desnudamos y nos dimos todo lo que teníamos ganas de darnos. Sin hablar, simplemente nuestros cuerpos se deseaban mucho y querían estar unidos en aquel instante.
Primero me levantó la pierna, luego me apretó bien contra él, luego metió su mano debajo de mi falda, y .... 
En cada esquina soy penetrada, besada por todas las partes de mi cuerpo y en varias posturas. Todo él es fuerte y grande. 
Dios, muy grande! Yo también le doy placer, comiéndole toda su polla y acariciándola con mi lengua con delicadeza y succión.

Acabamos los dos en el suelo, uno al lado del otro. Me parece increíble que haya hecho todo lo que he hecho! Nos miramos y nos reímos. Ha habido una buena compenetración. Esa noche ha sido mío, sin el plan anticipado y sin el conjunto sexy, pero como se suele decir: la improvisación es el mejor plan.

Ya podía darme ese baño relajante previamente deseado, me sentía plena y satisfecha aunque agotada también. 
Mi fantasía se había hecho realidad y cada vez que cojo el ascensor, sólo tengo en la cabeza esa noche de pasión desenfrenada.

Ah! Chicas: Óscar y yo hemos coincido más veces y siempre es un placer tener esa conversación de “ascensor” con un vecino bien avenido. Jeje. Adiós.

Escrito por XPM




CUENTO: PLACER ROMANO
Roma - 220 d.c.
A la cabeza del Imperium Romanum esta el emperador llamado Heliogábalo,  un joven con una desenfrenada vida sexual, que quería instaurar el culto a un nuevo dios, Deus Sol Invictus.

Todo esto era sabido en el extenso y poderoso Imperio y, aunque, públicamente los ciudadanos no aprobaban estas prácticas, en cada ciudad había una o dos casas romanas que celebraban fiestas sexuales por un elevado puñado de denarios. 
Este era el caso de Saetabis, en el levante de Hispania. Era una ciudad con mucho comercio, tanto era que disponían de moneda propia. Dicha afluencia de mercaderes favorecía estos banquetes sexuales tan conocidos y de los que los ciudadanos romanos tan poco hablaban.
Silana vivía en una de esas casas. A las afueras de la ciudad y al resguardo de la montaña, se extendía con grandes campos de flores, hileras de árboles frutales y un huerto de frutas y verduras. Había crecido corriendo por ese terreno, descalza, dejándose acariciar por el sol, un profesor le enseñó a leer y a escribir, la historia de Roma, los quehaceres de una buena romana,... y por la noche subía a su habitación después de la cena que estaba situada en un ala muy alejada de la casa. Su ama de habitación le ayudaba a bañarse, le aplicaba aceites que suavizaban y perfumaban su piel, le cepillaba el pelo y la ayudaba a meterse en la cama. 
Una vez a la semana la querida madre, pedía que le sirvieran la cena en la habitación, y le explicaba que eran reuniones de negocios. Silana que ya era una jovencita había bajado muchas veces sin que nadie la viera, y había presenciado una gran variedad de cuerpos, desnudos, ungidos en aceites, cubiertos con suaves sedas, moviéndose, rozándose, frotándose unos con otros,... se oían suspiros, pequeños gemidos y gritos de éxtasis. 
Al principio sólo fue por curiosidad, pero conforme su cuerpo se moldeaba,  sus pechos empezaban a redondearse,  las caderas se le ensanchaban, tenía vello púbico, ansiaba que llegaran esas reuniones, para, escondida detrás de una columna en lo alto de las escaleras, notar como su cuerpo se calentaba, y sentir el placer que le recorría al acariciarse. Se pellizcaba los pezones, introducía los dedos en su vagina y hacia círculos frotándose el clítoris. Una vez sorprendió a uno de los sirvientes más jóvenes observándola y lo incitó a él para que le diera placer, mientras ella se tiraba de los pezones y frotaba el clítoris, el la pentraba con sus dedos, primero despacio hasta que ella estaba totalmente mojada, entonces empezó a ir más deprisa y dejó los dedos dentro de ella mientras iba chorreando, y fue moviéndolos en círculo allí al fondo de su vientre. El sirviente le acercó uno de sus dedos y ella lo chupó como si fuera un caramelo, humedeciéndolo bien, cuando lo tuvo bien lubricado, el sirviente, fue empujando poco a poco por su ano. Cuando lo tuvo todo dentro fue moviéndolo de dentro a fuera sin acabar de sacarlo. ¡Que delicia! Nunca había pensado que por ese orificio se podría sentir tanto placer, tenía movimientos involuntarios, atrás, adelante, atrás adelante, primero hacia que entrarán los dedos de delante y después el de atrás, cada vez más deprisa, empujando más fuerte, sin pensar en el sirviente, hasta que de golpe una sacudida la recorrió desde el centro de su cuerpo derramándose hacia sus extremidades y cabeza, notó como se variaba, con ese líquido viscoso y caliente.
Respiró hondo varias veces antes de abrir los ojos para reponerse pero cuando los abrió, allí plantada estaba su madre que le tendió la mano y la condujo por las escaleras hasta la zona de la fiesta donde estaban las chicas y los chicos más jóvenes, los cuales acogieron a Silana despojándola de su túnica, y con sus cuerpos la llenaron de aromas, la tumbaron y cubierta de labios, lenguas húmedas, manos calientes, pechos turgentes, vaginas mojadas que se paseaban por sus brazos y piernas, frotándose, gimiendo, pollas duras que se alzaban buscando territorios que conquistar, como buenas pollas romanas, dos se alojaron en Silana, entrando y saliendo mientras la boca de ella bebía del pecho de alguna joven haciéndola gritar. Mientras, su respiración se aceleraba por las embestidas recibidas por los dos portentos que la estaban destrozando. Tenía un orgasmo vía “coñum” y mientras se corría, y mojada totalmente, le venía otro vía “anum”, y así durante toda la noche...


Silana estuvo todo el día siguiente en la cama durmiendo, no podía moverse, le dolía todo el cuerpo, y cada vez que pensaba en lo que había pasado un escalofrío recorría todo su cuerpo, y se sentía mojada pero no podía moverse estaba agotada. La semana próxima, la semana próxima, quiero tener otra fiesta...
NOTA AL LECTOR: Que no os escandalice que sea la madre la que lleva a la hija hacia la orgía. Los romanos cometían incesto, y todo aquello que le produjera placer carnal.

Escrito por Isabel Carpi.



CUENTO: BOICOT A SU DESPEDIDA

La semana pasada coincidí con una amiga que hacía años que no veía y me dio una noticia que me dejó medio atontada.

- ¿Te acuerdas del ligue que tenía cuando íbamos al instituto? Pues la semana que viene me caso con él.
- ¡Qué flash, chica! Me alegro un montón y... espero que te vaya bien.
- ¿Cuándo te casas?
- Dentro de 10 días. Para el banquete ya está todo cerrado, pero si quieres venir a la despedida de soltera... es el viernes. Si quieres te esperamos.

Me explicó donde habían quedado todas, para dirigirse al local, dónde, según me había dicho, "la iba a armar gorda".

Quedaban 3 días y yo iba haciendo mis preparativos: el peinado, la vestimenta, los complementos y toda esa parafernalia que, mucho o poco, hace elegante a cualquier mujer.

Llegó el día en cuestión y todo aquello que en mi se mente había maquinado, ahora lo pondría en práctica: una duchita, para estar fresquita; peinado con rizos, que me favorece y me suelta el pelo un montón; vestido ajustado; un par de toques en la cara y el bolso pusieron el punto y final a mi preparación. Cogí las llaves y salí de casa para dirigirme al garito donde habían quedado.

Cuando llegué, mi amiga ya estaba esperando, y lo primero que me dijo es que iba discreta pero elegante y provocativa; yo le dije lo mismo a ella. Estuve titubeando un rato, intentando saber que fiesta nos tendría preparada, pero la tía debió de leer bien mis intenciones y sólo decía: 
-"la voy a armar, ...eso te lo digo yo".

Llegaron el resto de invitadas y después de estar un rato charlando, nos dirigimos al "misterioso" lugar. Llegamos a un bar con mucha gente, mayoritariamente había mujeres; pedimos en la consumición en la barra, donde los camareros estaban vestidos con trapitos que tapaban... sus tesoros. 
Nos sirvieron y nos dirigimos a una especie de sala incomunicada con el resto de bar.

Aquella habitación tenía dos amplios sofás, una mesa de cristal y al fondo, enfrente de los sofás había un gran cristal que ocupaba toda la pared a lo largo, por dentro se notaba como si tuviera algo para que no dejara ver lo que había del otro lado. Nosotras nos aposentamos, nos acomodamos en los sofás y continuamos con la charla, que anteriormente habíamos empezado. Mi amiga, la anfitriona, cada vez estaba más nerviosa.

De pronto, las cortinas que estaban del otro lado del cristal se comenzaron a separar, pero no podíamos ver nada ya que estaba muy oscuro; poco a poco se fue encendiendo una suave luz del otro lado del cristal mientras la nuestra, la de la habitación, se iba apagando también poco a poco.

Mirando al cristal, pudimos apreciar el cuerpo esbelto, cuadrado y bien dotado de un macho, ¡uf...! y muy muy bien dotado. El caso es que al ver aquello, nos quedamos como tontas mirando al cristal con la boca abierta y la babeando, jajaja, teníais que habernos visto. Nos pusimos muy nerviosas, pero no nos perdíamos ningún detalle de lo que allí pudiese ocurrir.


El tío comenzó a moverse, a bailar al ritmillo de una música que se escuchaba de fondo: sus movimientos eran insinuantes y provocadores, con la palma de sus manos recorría aquel cuerpo de semental que nos había hipnotizado a todas.

Al ver esto, mi amiga se levantó y se dirigió a la puerta que comunicaba con el cuarto de detrás del cristal. 
Cuando el tío la vio, se acercó a ella: le pasó un dedo por los labios, el mentón y el cuello, hasta llegar a su canalillo prieto por el body que llevaba puesto. 
Mi amiga le miraba con ojos de pasión y deseo desenfrenado. Le pasó las manos por sus brazos curtidos..., hasta que llegó a sus manos; las cuales entrelazó con las suyas, le acercó a la pared y le levantó las manos por encima de la cabeza. 
Yo pensé: "que bala de tía", y seguí observando. Empezó besando su boca, metiendo toda su lengua en su boca; siguió comiéndole la oreja, mientras su espabilada mano viajaba rumbo a aquel gran tesoro excitado por la situación. 
Él, separó las manos de la pared, las dirigió a su escote y desabrochó su body. Lentamente se lo quitó y lo dejó caer; con sus grandes manos le tocaba los pechos y le mordía sus pezones erectos.
- ¡Deja paso a las demás, que te vas a casar!- gritábamos como locas.
Giró la cabeza, nos miró y dijo:
- Hoy es mi día, ya llegará el vuestro.

Y con una maliciosa mirada, siguió manoseando a aquel tío, el cual comenzó a desnudarla lentamente, y mientras ella se moría de gusto, él recorría con su lengua desde el ombligo hasta su zona genital. La sentó en una silla que allí había, le separó la piernas y comenzó a succionar los jugos de aquel empapado chochito. Ella, con los ojos en blanco, recorría su espalda con la yema de sus dedos; se ponía loca, movía la cabeza hacia un lado y hacia el otro, gritaba y le tiraba de los pelos, hasta que... él la cogió por la cintura y la levantó, se sentó en la silla y sentó a ella ahorcajadas encima de él. 
Mi amiga comenzó con leves grititos; empezó a mover su cintura y aquellos gritos se convirtieron en gemidos de placer, que aumentaban a la vez que ella incrementaba la velocidad de sus movimientos. Él, debajo de ella, la agarraba por la cintura para dirigir aquellos rítmicos movimientos. Llegó con sus manos hasta sus pechos y ambos comenzaron a gemir fuertemente, aumentaron la velocidad facilitando la profundidad; en cuestión de momentos, el cristal se empañó y a los pocos minutos ella salió  acabándose de poner el body negro para beber un poco, refrescarse e irnos. Pero yo no podía permitir aquello, es decir, después de ver aquel espectáculo...

Según salió ella por la puerta, me levanté del sofá e inmediatamente, pero disimulando me preparé para entrar en aquella habitación. Cuando conseguí entrar...; educadamente saludé al macizorro, que estaba sentado en la silla, cerré la puerta, para que nadie nos molestara y a corrí las cortinas, para que no nos viesen.

Me acerqué al tío, le hice levantarse de su asiento, acerqué mi boca a su oreja y antes de comenzar a jugar... le susurre muy muy bajito:
- Ahora me toca a mi, vamos a continuar con la fiesta que todavía queda noche.

Acabado de decir esto, comencé a comerle la oreja; él estiró las manos, las llevó hasta mi espalda y empezó a bajar la cremallera de mi largo vestido, me bajó los tirantes y mi vestido cayó al suelo. 
Comenzamos a besarnos lentamente, disfrutando de aquella casual pasión; nuestras manos recorrían el cuerpo desnudo del otro; los besos se hacían más profundos, más rápidos, nuestras manos entraban en zonas calientes que, aunque lleváramos poco rato juntos fue el suficiente para subir nuestra temperatura, pedían que alguien las saciara y las hiciera estallar de placer. Bruscamente, me giró y me arrimó a la pared.

- ¡Venga! como si esto fuera un atraco: manos en la pared y piernas separadas, que te voy a cachear... nena.
- ¿Sabéis dónde me llegó aquel "nena"? Me llegó al alma.

Hice lo que me había mandado: contra la pared y piernas separadas, recorría mi espalda con sus manos, repasaba con su lengua cada milímetro de ella ¡uf...! cómo me gustaba aquello que me hacía; cuando llegó a la cintura, cacheó mis piernas, de abajo a arriba y detuvo sus manos en mi caliente sexo y comenzó a acariciarlo, para excitarlo y que le ofreciese sus sabrosos fluidos; se agachó y le dio un leve y rápido repaso son su lengua; se volvió a levantar, me cogió de la cintura y me dijo "toda tuya". En ese momento noté como entraba en mi, su buen trozo de carne y comenzó a bombear; ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! me estaba volviendo loca, me mordía los labios, los repasaba con mi lengua, pero lo que más me fastidiaba era el no poder darle placer mientras él me estaba dando un placer inmenso. Alargué una de mis manos, para alcanzar y acariciarle los testículos; los agarré con mis manos y me puse a acariciarlos a jugar con ellos, él gemía y suspiraba. Delicadisimamente saqué su polla de mi coño, y besándole, me acerqué a la silla: puse un pie en la silla mientras seguíamos pegados; bajó su boca hasta mis pezones para chuparlos y morderlos mientras yo recorría su espalda con mis dedos, casi arañándole.
Se levanta, me la mete y comienza a bombear de nuevo. ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! le agarraba la cabeza para buscar sus labios, cuando los encontré le besé intensa y rápidamente... como si quisiera comérmelo ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! seguía follándome cada vez con más ganas, más rápido y más profundo todavía; en ese momento, llevé mis manos hasta su culo: le apreté las nalgas, y comencé a empujar a su ritmo ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! en ese momento, los dos llegábamos a la cumbre del placer, nuestros fluidos se mezclaron en nuestros sudorosos cuerpos. Estuvimos un rato juntos, hasta que nos tranquilizábamos después de tanta acción.

Nos besamos, nos vestimos, muy educadamente me acompañó hasta la salida y nos despedimos con otro beso.

Mi amiga estaba esperado..., me preguntó por que tardé tanto en salir si hacía 30 minutos que el resto había salido y no se me ocurrió decirle otra cosa más que: me parecía que lo conocía de algo y había ido a comprobarlo.
Escrito por Venus 77



CUENTO: WOODSTOCK
  
"Siempre he visto a mi abuela como una revolucionaria de su tiempo.
A sus sesenta y cinco años vivía sola en su casita de madera de color rojo cuidando de su jardín lleno de margaritas, petunias, campanillas, gladiolos: un jardín lleno de colores. Los días de lluvia se quedaba en casa y me esperaba con chocolate caliente y una buena historia de su vida. Los días de sol, en cambio, salía al jardín con una cerveza y sus cigarrillos de la risa, si se enteran mis padres seguro que la meten en una residencia, pero yo no digo nada. Ella es feliz. Se encarga sola de todo, la casa, la compra, el jardín y siempre con una sonrisa.

Un día de verano, agosto si no recuerdo mal, la noté un poco demasiado calmada, sonriente como siempre pero con una serenidad tan tranquila y anormal en ella que me preocupé.

- ¿Qué pasa abuela?

- Sabes? Hoy hace cuarenta años que entendí la vida. Cuarenta años cielo, que me enamoré de los colores, de los sabores, de los olores, de la música, de los hombres, de las mujeres, de las plantas, ...- recitaba las palabras como si acariciara pequeños cristales de colores.
- Querida he dejado en la entrada unas cosas para ti. Son mis vivencias de aquel día, quiero que las leas, pero no te las lleves, te dejaré sola para que lo hagas, pero no te las lleves a casa con tus padres.

- De acuerdo, abuela. ¿Pero que pone?

- Lee bonita - y me dio un beso en la frente.

Estaba totalmente intrigada, solía ser ella la que me contaba, me gustaba oír su voz cantarina, sus expresiones, los tacos que decía... pero bueno, si quería que lo leyera sería porque no podía contármelo. Me dirigí hacia el salón y encima de la cómoda había unos folios ecológicos caseros, con una tapa de cartón con unas flores secas cosidas muy frágiles, eran muy viejas pero conservaban todo su color, brillantes amarillos y rosas, blancos y verdes. La cogí y fui hacía el jardín. Encima de la mesa había preparada una bandeja con frutos secos y una jarra de cerveza. Me descalcé, me senté en la butaca de mimbre con las piernas cruzadas en flor de loto, le di un sorbo a la cerveza, cogí un puñado de frutos secos y me dispuse a leer.

Lo que sigue a continuación es aquello que mi abuela no me podía contar pero que sí quiso compartir conmigo:
"Ayer los rayos de sol brillaban más que nunca, en los terrenos de la granja de Woodstock. Loa caminos y los llanos estaban plagados de gente, gente buena, gente que cantaba y bailaba, blancos y negros, flores, furgonetas llenas de familias multirraciales, no sólo familias de sangre, sino familias de verdad, gente unida por amor fraterno, las colinas están totalmente llenas. Todos unidos por nuestro amor a las personas y a la paz. Sé que somos muchos los que estamos en contra de la guerra de Vietnam,  pero vernos a esta cantidad juntos hace que se me hinche el pecho de tanta felicidad que, por momentos, creo que va a estallar.
Estaba empezando a tener dudas en nuestra causa, pero la magnificencia de este evento me ha devuelto la ilusión, y creo que sí que podemos cambiar el mundo tan sólo con el amor.  
Iban a dar las seis de la tarde, lo sé porque oí unas campanas a lo lejos, o eso supongo que era, pero debían ser ya que estaba sonando With a little help from my friends, y esa canción es de Richie Evans, el que se encargaba de empezar el festival. Empezó a llegar gente a ver como Lois hacia sus malabares de fuego, nos saludamos todos con un gran abrazo, no había visto nunca a ninguno de ellos, pero es tan agradable el amor que se recibe…. Entré en la caravana para tumbarme un rato, estaba cansada del viaje, después de 16 horas de camino, la música, y el porro de marihuana, tan sólo quería relajarme en medio de un montón de cojines de colores. Me he despertado en medio de un mar de brazos y piernas, habían venido todos a relajarse.
He salido a estirarme y a disfrutar del ambiente, se oía la música del escenario y alguien tocando la guitarra a mis espaldas. Me decidí a ir hacia la guitarra. Un grupo reducido de gente se agolpaba alrededor de un joven castaño con pelo y barba largos, una cinta atada a la frente. Pantalones vaqueros de campana y descalzo, estaba tocando una canción sobre una chica perdida que buscaba el camino hacia casa. Me he sentado algo apartada para escuchar bien esa voz tan suave y aterciopelada. Una niña me ha colocado una corona de flores sobre el pelo y me ha dado una margarita. Desde allí veo como el guitarrista está cantando para sí mismo, no para el resto, y yo estoy secretamente disfrutando  con ello.

Cuando acaba, nuestras miradas se cruzan y un lazo de seda se crea al instante. Se sienta a mi lado y me coge la mano.
Tiene la piel suave y bronceada por el sol, las uñas cuadradas, limpias, y todo su ser fluye con movimientos pausados, como si bailará con el aire.  Sin hablar, hemos ido a un lugar apartado, no estábamos solos, habían dos o dos chicas rubias, sonrientes, bailando con los pechos al descubierto, las dos descalzas y con faldas de mucho vuelo, se acercan y me dan un beso en los labios cada una. 
Al vernos, un chico afroamericano también se acerca y repite, todos sonríen. Las dos chicas se besan entre sí y el chico negro y el otro chico, el que me llevaba de la mano se abrazan. 
Las dos chicas se acercan a mi y me llevan a su tienda. Huele a incienso y a pétalos de flores, hay cristales colgando del techo que tintinean a nuestro paso y me invitan a pasar a un reservado que se esconde detrás de unos pañuelos largos y translucidos, en ese perfectamente iluminado espacio que transmite paz y amor, un gran colchón cubierto por una docena de mullidos cojines cubren el escenario de lugar dónde nuestro éxtasis va a empezar. 
Paso adentro aún pudorosa y ellas desaparecen. Me recuesto y puedo ver que el techo esta lleno de estrellas que brillan con la luz que entra desde el traga luz.
Llega el chico de la guitarra y me echa hacia atrás, me aparta la larga melena de la cara y el pecho y empieza a besarme la cara desde la frente hacia abajo. Besos pequeños y cortos, parecen el aleteo de una mariposa. Baja por el cuello, hombros y escote, me ayuda a quitarme la blusa, me besa en los pechos y los pezones, cuando ha bajado por el vientre me ha hecho muchas cosquillas, y le ha gustado porque ha sonreído y se ha entretenido un poco más para hacerme reír otra vez. Ha bajado hasta mi pubis y ha dejado un beso casto encima de mi ropa interior para después ir bajando por las piernas hasta los tobillos y empeines. Esos pequeños besos han empezado hacer que me suba la temperatura. Ha cogido un pañuelo y me ha acariciado con él todo el cuerpo, todo ello me ha encendido tanto que no me he podido resistir y me he abalanzado sobre él ya totalmente desnuda.
He clavado la mirada en esos ojos sonrientes que parecían divertidos por mi reacción y he clavado las uñas en aquel pecho brillante por el sudor. Al notar entre mis piernas como su miembro, grande y duro, estaba ansioso por escapar de esa prisión que eran sus pantalones, se los ha quitado él sin que tuviera que “desmontar” y como premio he bajado a saludar aquel nuevo amiguito que reclamaba mi atención. Mi lengua se ha deslizado desde la base de su escroto hasta la punta del glande, despacio, con la lengua ancha, para seguidamente succionarle un poco en la punta. De repente me la he metido toda entera en la boca, me ha entrado una semi arcada pero la quería saborear toda entera, he ido sacándola poco a poco mientras le agarraba de los testículos y los iba masajeando,  he subido y bajado primero despacio, después rápido, otra vez despacio,  me entretenía con la punta, la he mordido, chupado, acariciado, la he sacado de la boca dejando caer algo de saliva en ella y la dejándola resbalar hasta mi mano. 
Entonces le he mirado a los ojos mientras subía y bajaba la mano con fuerza. Él se ha retorcido de placer y ha querido cambiar de posición para tener acceso mi sexo pero yo no le he dejado, quería mandar yo. Cuando estuvo bien dura me he montado encima dejando que los labios de mi vagina fueran acariciando toda la longitud de su pene, concentrándome tan sólo en sentir como entraba y salía, cabalgaba arriba y abajo, tan sólo concentrándome en el placer que estaba sintiendo, atrás, adelante, para frotar mi clítoris contra su pubis. Y cuando estaba cerca de desbordarme, él se ha sentado, agarrándome las nalgas y mordiéndome un pezón mientras pellizcaba el otro, y ha aumentado el ritmo de una manera frenética, no podía dejar de gemir y gritar hasta que nos hemos desplomado los dos después de derramar sus jugos dentro de mi. Todo está tan caliente, mojado, siento como se suceden en cada espasmo de su cuerpo grandes y fuertes chorros dentro de mí.
Nos hemos quedado mirando las estrellas del techo. Después se ha levantado y con un pequeño recipiente con agua fresca y una toalla me ha limpiado, se ha levantado y se ha ido. Cuando he salido veía los colores más brillantes y los sonidos más nítidos. De fondo sonaba What can I say, she's walking away/From what we've seen/ What can I do, still loving you/ It's all a dream... Siempre me ha gustado Tim Hardin.
"
Bien abuela, ahora soy yo la que esta cachonda, así que me voy a buscar a un guapo desconocido y follármelo hasta la saciedad en busca de tu arco iris hippie."


Autora: Isabel Carpi 



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